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Lic. Leticia Moguel Díaz
Lecciones de vida
Definir la justicia y la injusticia es, tal vez, una de las tareas más difíciles en el campo de lo humano. La justicia, se dice, depende de la época y el lugar en
dos portando una balanza en equilibrio en la mano. Ello debe entenderse como que la justicia tiene los ojos cubiertos para que no pueda ver a quien le será
un gobierno, un poder y unas leyes que los atemoricen, para controlar y legislar su naturaleza.
En el estado de naturaleza que Hobbes menciona, y en el que el mundo vivió por muchos siglos, no existen las nocio- nes de derecho y legalidad, la justicia y la injusticia están fuera de lugar. En donde no hay poder común, la ley no existe. Y en donde no hay ley, no hay justicia.
velar por la equidad de la distribución. Evitando de esta forma monopolios, acumulación de riquezas de particula- res, explotación, etc.
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GOBERNANTES HONESTOS Y JUECES JUSTOS
el que se vive, de los valores de una so- ciedad y de las creencias individuales de cada persona.
Si lo que es justo para unos, no lo es para otros, esto deja espacios vacíos muy peligrosos. Abre la posibilidad, precisamente a la injusticia. Y la justicia debiera ser un valor universal tasada con el mismo rasero, y así como se de- fine, no lo es.
impartida, y de esa manera, ser impar- cial, equitativa, tratando a todos por igual sin importar su sexo, raza, condi- ción, color, preferencia sexual, nivel socio-económico, origen, etc.
· El poder ejecutivo, abarcaba la eje- cución de las leyes comunales de la so- ciedad en el interior de la misma y a todos cuanto la integraban.
La justicia supone dar a cada quien lo que le pertenece o le concierne. Ya sea que se trate de objetos o de derechos, de lo concreto o de lo abstracto.
Haciendo un poco de historia, Thomas Hobbes, amante de la paz y la tranqui- lidad, nace en 1588 en un mundo de convulsiones en donde imperaba un estado de naturaleza, de guerra conti- nua.
Y en 1712 llega Jean Jackes Rousseau y el Contrato Social, semilla de la Revolu- ción Francesa, y por el que fue expul- sado de Francia. En él hablaba de la soberanía de la voluntad del pueblo, de los soberanos como mandatarios del pueblo, y de la República como forma perfecta de gobierno.
En cualquier parte del mundo la justicia es, o debería ser, aplicada de acuerdo al derecho. Pero el derecho tampoco es el mismo, ni se respeta igual en todas las latitudes ni las épocas.
El pensamiento teológico nos habla de la vida ideal en el Paraíso. Paraíso ine- xistente, ya que todo era guerra y muerte. Hobbes separa claramente dos etapas: una situación de
Rousseau, manifiesta su desacuerdo con el estado de naturaleza de Locke, como ideal de vida, y con la idea de Hobbes de que el hombre en estado de naturaleza, solo desea atacar y comba- tir. Rousseau, dice que el hombre que no ha sido alcanzado por la civilización, es bueno y sociable.
Todos queremos justicia cuando se trata de un crimen, y le exigimos al Es- tado que ese crimen sea juzgado y cas- tigado de acuerdo a la ley. Pero no todos los culpables son castigados, y no todos los acusados son culpables. Sim- plemente, los crímenes cometidos por quienes ocupan cargos en el gobierno, difícilmente son castigados.
barbarie, de guerra de todos contra todos, y un estado sostenido y creado por el derecho.
En su libro El Leviatán, Hobbes nos dice que “en la naturaleza humana, hay un perpetuo e incesante afán de poder que termina solamente con la muerte. La pugna de riquezas, laceres, honores u otras formas de poder, inclina a la lucha, la enemistad y la guerra.”
Para Rousseau, el mayor deber de un gobierno legítimo y popular, es perse- guir el bien del pueblo por la voluntad general. Voluntad general de la que nacen las leyes y la regla de lo justo y de lo injusto para todos los miembros del estado.
La justicia que permea en el mundo, va de acuerdo al lugar que ocupa el acu- sado en la sociedad. Por un lado, si hay dinero o poder de por medio, el acu- sado será mejor tratado o se le decla- rará inocente aunque no lo sea. Y por el otro, las prisiones están llenas de personas inocentes que no tienen re- cursos para poder “pagar” por su liber- tad.
Tres son las principales causas de dis- cordia, nos dice Hobbes:
· la competencia que impulsa a los hombres para lograr un beneficio
Por último tenemos el Derecho Ro- mano que es la base e inspiración del derecho civil y comercial en muchos países.
A la justicia se le ha simbolizado con la figura de una mujer con los ojos venda-
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Edición 725 Del 29 de junio 5 de julio del 2017
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Sin embargo, bien sabemos que quie- nes están y han estado a cargo de la im- partición de justicia, han actuado según su conveniencia y de acuerdo a la persona que han tenido enfrene para ser juzgada.
El soberano en cuestión debía:
· Procurar a sus súbditos todo aque- llo para lo cual había sido instituido: la seguridad
· Preservar la salud del pueblo, la conservación de la vida contra todos los peligros y el goce de las satisfaccio- nes legítimas de esta vida.
· Velar porque los hombres que se unían voluntariamente en sociedad po- lítica vivieran felices.
· Asegurar a los súbditos una ino- cente libertad. Inocente, en cuanto a que no se podía perjudicar la paz y la li- bertad: la ley era el regulador.
· Que las leyes no se hicieran para perturbar la existencia de los hombres sino para dirigirlos, para preservarlos contra ellos mismos y contra los demás a fin de que reinara la paz.
· Debe garantizar a sus súbditos la igualdad ante la ley y ante cargos públi- cos.
· Debe garantizar la igualdad en la instrucción y la educación que los for- maran en las doctrinas verdaderas.
· El soberano debía luchar contra la ociosidad. Debía proporcionar trabajo a todos.
· Debía poner a cargo del Estado, de la asistencia pública, a los que eran incapaces de trabajar, en lugar de abandonarlos a los azares de la caridad privada.
· Debía conceder a los súbditos las propiedades privadas suficientes y
· El poder federativo, tenía a su cargo la seguridad y los intereses de la población en el exterior, con respecto a quienes podían ser útiles o perjudi- carle.
· la desconfianza para lograr la se- guridad
· la gloria para ganar reputación
Es así que, los seres humanos necesitan
La búsqueda de las mejores leyes y su aplicación ha sido una constante desde hace varios siglos. Su éxito y efectivi- dad, aún se esperan.
Los hombres comenzaron a hacer pac- tos basados en la razón, pero sólo si se respetan los pactos y se llevan a cabo, habrá justicia, dando a cada uno lo que es suyo. Esta decisión de pactar, lleva a los hombres a crear un contrato en el que renunciaban a todos sus derechos que tenían bajo el estado de natura- leza, para otorgar esos derechos a un gobernante o a una asamblea a cambio de seguridad y de orden. Se renunciaba a cualquier cosa, inclusive a la libertad que pusiera en peligro la paz.
En el año de 1632, aparece en la histo- ria John Locke. Locke apostaba por el estado de naturaleza como la forma ideal de libertad. Sin embargo, bajo la misma premisa de Hobbes de dejar atrás el estado de naturaleza, sugiere la división de poderes:
· El poder legislativo, que tenía el derecho de señalar cómo debía em- plearse la fuerza de la comunidad polí- tica y de los miembros de la misma.


































































































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