Page 15 - Edición 739 El Directorio Latino
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Opinión
rio de viajes por América Latina durante su primer viaje en 1951- 1952: “Degollaré a todos mis ene- migos”, lo que da una idea de la patología de ese hombre.
Él escribe en su mensaje a la Tri- continental en 1967, poco antes de morir en Bolivia, que el revo- lucionario debe ser una máquina de matar. Todos sus discursos
Incluso cuando es capturado por el Ejército boliviano él grita: “No disparen. Soy el Che Guevara. Valgo más vivo que muerto”.
Es en ese último momento que se vuelve un poco más humano.
Ahora, si él estaba dispuesto a morir por sus ideas, lo que yo le reprocho -en nombre de los des- cendientes de los que él hizo eje- cutar- es que él estaba dispuesto a matar por sus ideas sin la más mínima compasión ni piedad.
Pero el Che combatía enu n a guerrilla, en una guerra contra el régimen de Batista. ¿No es esa una de las caras de la guerra, morir o matar?
Cuando él hizo ejecutar a la gente en la fortaleza de La Cabaña, en 1959, son cerca de 200 ejecucio- nes. En ese momento no había guerrilla, no había guerra. El ejér- cito de Batista había sido derro- tado, no había la más mínima resistencia. Esas ejecuciones fue- ron a sangre fría.
En la dictadura anterior hubo am- nistías. Incluso hubo amnistía a Fidel Castro. Lo que no hubo, ex- cepto en cierto momento 20 años después de la revolución, durante el régimen de Fidel y Raúl Castro. Todo eso fue a sangre fría.
No es una cuestión de guerra, no había enfrentamientos de unos con otros, fue una simple ven-
ganza y una voluntad de sangre por parte del régimen castrista llevada a cabo por el guerrillero argentino, que en ese momento ocupaba el cargo de comandante en jefe de la fortaleza La Cabaña.
¿En qué otros aspectos, según usted, se ha mitificado su figura?
En el aspecto de teórico del socia- lismo. Él fue nombrado presi- dente del Banco Nacional de Cuba, fue una catástrofe abso- luta. El peso cubano perdió todo su valor frente a las demás mone- das extranjeras.
Él defendía una noción que era la de los estímulos morales contra los estímulos materiales. Pensaba que dando banderitas, dando medallitas honoríficas a los traba- jadores cubanos ellos iban a au- mentar la producción y trabajar voluntariamente. Era algo absolu- tamente utópico, pero no utópico en el buen sentido de la palabra, sino que eso podía llevar a una ideología totalitaria.están llenos de ese tipo de culto a la muerte, la muerte de los demás, no de la suya.
Él declaraba en las Naciones Uni- das en 1964: “Hemos fusilado, fu- silamos, y seguiremos fusilando mientras sea necesario”, es algo que es absolutamente inadmisi- ble.
No entiendo como los que han leído esas palabras o las han es- cuchado y han leído los diferen- tes libros sobre el tema siguen admirando al Che.
Pero incluso alguno de sus más fervientes críticos, como miem- bros de la CIA, le recono-c e n que era un hombre dispuesto a morir por sus ideas...
No es una cualidad morir por sus ideas. Incluso hoy en día los faná-
ticos islamistas están dispuestos a morir por sus ideas. Para mí no es una cualidad.
En mi libro, cito el testimonio de un exagente de la CIA, Félix Rodrí- guez, que fue uno de los que cap- turaron al Che Guevara. Él cuenta un diálogo entre los dos en el que el Che se vuelve un poco hu- mano: le tiene miedo a la muerte.
Otro aspecto en el que el Che puede ser extraordinariamente criticado es que fue él quien creó el primer campo de trabajo en Cuba, que fue situado en la pe- nínsula Guanahacabibes, donde metían a funcionarios o militan- tes del Partido Comunista que no habían cumplido con las normas, que no eran lo suficientemente revolucionarios.
Ese fue el primer paso hacia los campos de trabajo forzado que hubo en Cuba en los años 60, tris- temente conocidos como Unidad Militar de Ayuda a la Producción (UMAP), donde fueron encerra- dos homosexuales, católicos, adeptos de las religiones afrocu- banas...
El Che Guevara tiene una gran responsabilidad en la creación de esos campos trabajos que fueron una vergüenza para el régimen castrista.
Usted mencionó que los algunos de los enviados a esos campos de trabajo eran homosexuales, y esa es una crítica que comúnmente se hace a la élite de la revolución cubana: la represión contra los homosexuales. Pero teniendo en cuenta que hace 50 años la ho- mosexualidad estaba prohibida prácticamente todos los países, ¿es posible juzgar en ese aspecto al Che desde una visión actual?
Bueno, no todos los países, los años 60 fueron precisamente los
años en que se empezó a desa- rrollar el movimiento gay.
La represión contra los homose- xuales en Cuba fue una imitación de la que había en algunos países comunistas en Europa del este, como por ejemplo en Bulgaria. Parece que Raúl Castro trajo el concepto de la UMAP Bulgaria, en uno de los numerosos viajes que emprendió por el bloque co- munista.
Hay algo inmanente a la persona- lidad de los Castro, una especie de orden moral contra los homo- sexuales, contra la gente a la que le gustaba la música pop y rock, contra los cabarets, contra esa forma de vivir que tenían el cu- bano antes de la revolución y que no se adaptaba a cierta moral que ellos querían implantar, del hom- bre nuevo comunista.
Volviendo a su libro, uno de los testimonios que menciona es el del exguerrillero “Beningno”...
Tuve la oportunidad de conocer a Daniel Alarcón Ramírez, “Be- ningno”, que había sido compa- ñero del Che Guevara en la guerrilla en la Sierra Maestra, en el Congo, y fue un sobreviviente de guerrilla de Bolivia. Entre 1995 y 1996 pidió asilo en Francia.
Un día empezamos a hablar y me contó como en La Cabaña el Che se sentaba en un muro, fumando su puro, viendo las ejecuciones. Le pedí que me diera su testimo- nio y tuvimos largas conversacio- nes.
Él llegó a la conclusión de que antes le tenía admiración al Che Guevara. Después de muchos años, se dio cuenta de que lo que le tenía era miedo, toda esa ad- miración se transformó en miedo.
Edición 739 Del 6 al 12 de octubre del 2017
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