Page 3 - MONTT LATIN AMERICAN MAGAZINE, FEBRERO 2018, ESPAÑOL
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-Editorial-
Reforma Fiscal de EE.UU. y su Impacto en Latinoamérica
“Es muy probable que Estados Unidos deje de ser un activo socio comercial de Latinoamérica y se transforme en un importante competidor, ya que en la región los impuestos corporativo llegan en promedio al 30 por ciento y resultaría muy difícil que los países latinoamericanos puedan bajarlos de la noche a la mañana”.
Presidente de Montt Group, Santiago Montt
tres billones de dólares acumulados en el extranjero, pertenecientes a corporaciones norteamericanas . Este inusitado acopio de dinero existe debido a que hasta antes de aprobarse la actual reforma tributaria, existía una disposición para las firmas estadounidenses que permitía a las compañías diferir los Impuestos a la Renta estadounidenses sobre las ganancias extranjeras hasta que devolvieran los ingresos a Estados Unidos. La provisión para el aplazamiento llevó a estas organizaciones a juntar una enorme suma en el exterior.
Al cambiar al nuevo sistema, diseñado ahora para enfocarse en la actividad económica interna, el Congreso impuso un gravamen de dos tipos sobre dicho capital: el efectivo será gravado en 15,5 por ciento y los activos menos líquidos en ocho por ciento por ciento, que podrán pagarse en un período de ocho años.
Es decir: condiciones óptimas para llevar de regreso el dinero. De hecho ya Apple Inc. anunció que aprovecharía las condiciones y repatriaría cientos de miles de millones de dólares desde varios países donde opera y que pagará alrededor de 38 mil millones en impuestos sobre ese dinero. El fabricante del iPhone planea gastos de capital de 30 mil millones en Estados Unidos durante cinco años, crear 20 mil nuevos empleos y un nuevo campus con sede en Cupertino, California. Apple dispone de la reserva en efectivo más alta fuera de Estados Unidos, con alrededor de 252 mil millones a fines de septiembre 2017. La situación no parece muy atractiva, en principio, para los países latinoamericanos que, en muchos casos, tenían la presencia estadounidense asegurada en la región. El conglomerado de naciones necesita reactivar su economía y luchar contra el déficit fiscal, producido, en parte, por los bajos precios de las materias primas en los últimos años y por la instalación de políticas populistas, que subestimaron el crecimiento económico y apoyaron sus enfoques de bienestar en un, a menudo, paralizante aumento de impuestos. Pese a todo y con todo, existe la posibilidad de que si la reforma tributaria norteamericana logra su propósito de impulsar la economía interna, tal vez el mundo y, específicamente Latinoamérica, pueda beneficiarse de otra manera: mediante la mayor demanda de productos regionales. Al mismo tiempo, las empresas estadounidenses en la región tendrán que evaluar si les compensa pagar menos impuestos, pero al mismo tiempo aumentar los costos de producción, incluida la mano de obra. Además, China está muy interesada en liderar la inversión extranjera directa en Latinoamérica. Entre 2005 y 2016, su aporte creció de 12 mil 261 millones de dólares a más de 170 mil millones de dólares. Ese país se está convirtiendo en la segunda fuente de Inversión extranjera directa en el mundo después de Estados Unidos y en una exportadora neta de capital. El Presidente de China, Xi Jinping, informó que China invertirá 2.5 billones en América Latina en los próximos 10 años. El escenario podría cambiar bastante y, por lo tanto, hay que prepararse.
No cabe ninguna duda de que la reciente Reforma Fiscal norteamericana, la más grande reducción impositiva de los últimos 30 años, tendrá un impacto global significativo, porque Estados Unidos sigue siendo la principal economía del mundo.
Y esto básicamente por la baja de la tasa de impuestos corporativos de 35 al 21 por ciento y por las facilidades de repatriación ofrecida para llevar a ese país, de regreso, sumas millonarias acumuladas por las empresas en el exterior, como efecto de las anteriores disposiciones tributarias.
Respecto del primer punto, la rebaja de impuestos, esta acción ya está causando grados de ajuste en todo el planeta. Australia, Francia, Alemania y Japón están evaluando una disminución impositiva similar a la norteamericana, para evitar una temida fuga de capitales y una importante desinversión estadounidense. Incluso, las autoridades de la poderosa China expresaron “que debemos tomar una vía proactiva ante la situación” ya que “no podemos ignorar el impacto comercial de estos hechos”.
Si los países desarrollados se muestran preocupados con el nuevo curso de acción, cuánto más lo estarán las naciones latinoamericanas, mucho más dependientes del capital norteamericano y con graves dificultades económicas en la actualidad. De hecho, Estados Unidos ha sido el inversionista internacional más importante de América Latina, según lo revela la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) en un informe titulado “La Inversión Extranjera Directa en América Latina y el Caribe 2017”. Tanto es así que entre 2012 y 2017, ese país colocó en la región 87 mil 500 millones de dólares, un tercio del total del capital aportado, que llegó a 262 mil 500 millones de dólares. Los otros dos tercios están muy repartidos y formados por España, que ocupa el segundo lugar con 36 mil 400 millones de dólares; Canadá, tercer lugar, con 32 mil 900 millones y China, cuarto lugar, con 28 mil 600 millones de dólares para esta zona del mundo.
Sin embargo, con la reciente reforma tributaria, más la eliminación de muchas regulaciones medioambientales y laborales y la baja tasa por repatriación del capital, la situación podría cambiar de manera dramática respecto de Estados Unidos, porque se espera que el brusco recorte impositivo sea un gran incentivo para que las compañías multinacionales instaladas en la región consideren una relocalización de sus operaciones en su país de origen.
Es muy probable que Estados Unidos deje de ser un activo socio comercial de Latinoamérica y se transforme en un importante competidor, ya que en la región los impuestos corporativo llegan en promedio al 30 por ciento y resultaría muy difícil que los países latinoamericanos puedan bajarlos de la noche a la mañana, como se lo están planteando las grandes potencias, porque casi no queda espacio para hacerlo, debido al déficit fiscal que generaría y, que en muchos casos (Brasil, Argentina) ya se encuentra presente. Respecto del tema de la repatriación de capitales, de acuerdo con el diario The Wall Street Journal existirían en el mundo entre uno y
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