Page 3 - MONTT LATINAMERICAN MAGAZINE, JUNIO, 2018 (Español)
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-Editorial-
Desde la creación de Internet, las tecnologías de la información han existido y se han desarrollado en un ambiente de limbo jurídico y regulatorio. Recientes acontecimientos, como la masiva filtración de los datos personales de más de 87 millones de usuarios de Facebook, que literalmente secuestró de esa red social la empresa británica Cambridge Analytica para manipular las elecciones norteamericanas de 2016 e incluso influir en la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea, reavivaron la duda de hasta qué punto las empresas son capaces de proteger la privacidad de las personas, en circunstancias que, además, una mayoría procede a explotar, sin grandes restricciones, dichos antecedentes para alimentar su propio negocio.
La fuga de datos y el uso irresponsable y totalmente carente de regulaciones están teniendo consecuencias muy graves. Fuera de la libre comercialización de datos personales de millones de usuarios sin su consentimiento, hoy día están amenazando la democracia de muchos los países.
Los investigadores del escándalo de Cambridge Analytica y Facebook sostienen que los perfiles de una multitud, obtenidos sin su autorización a base de increíbles subterfugios (un supuesto test de personalidad) se utilizaron para manipular a los votantes, para desalentar y desmovilizar a determinados grupos objetivos, lo que al final le permitió a esa firma, eventualmente ,decidir parte del proceso eleccionario estadounidense.
No cabe duda que lo ocurrido constituye una dura lección para el mundo, que permitió comprender que la inocencia de la era de Internet llegó a su fin y que es hora de adoptar políticas y medidas estrictas para evitar problemas similares y aun mayores. Tuvieron que ocurrir estos lamentables hechos para entender que la privacidad no es el precio que tenemos que pagar por estar conectados y que cuando algo es gratis, las personas, lejos de ser clientes, son el producto en sí, es decir, las organizaciones proceden a comercializar su identidad, muchas veces de manera imprudente y sin que reciban ninguna sanción.
De ahí que la reciente entrada en vigencia del Reglamento General de Protección de Datos Personales para la Unión Europea (RGDP o GDPR, por la sigla en inglés, General Data Protection Regulation) representa un paso relevante desde todo punto de vista: es una regulación considerada para con los individuos y exigente para con las empresas, todo lo cual, a la larga, abre un círculo virtuoso
La Privacidad en la Era Digital
“Adscribirse a una normativa de este tipo, coherente, respetuosa, mucho más seve- ra que la existente en Estados Unidos, no puede más que facilitar el desempeño de empresas locales dispuestas a competir en el mercado europeo, otorgarles seguridad jurídica e impulsar el aumento de la repu- tación de sus operaciones comerciales.”
Presidente de Montt Group, Santiago Montt
que termina devolviendo, a las personas, la confianza perdida. CreoqueestanormativaesunagranoportunidadparaLatinoamérica, porque servirá para homologar las leyes particulares que sobre el tema existen, un tanto dispersas en la región. Será una ocasión propicia para impulsar la transformación digital que requiere esta parte del mundo, con todos los beneficios económicos y sociales que ello puede implicar, porque la forma en que gestionamos los datos determinará en gran medida nuestro futuro económico y nuestra seguridad personal.
Adscribirse a una normativa de este tipo, coherente, respetuosa, mucho más severa que la existente en Estados Unidos, no puede más que facilitar el desempeño de empresas locales dispuestas a competir en el mercado europeo, otorgarles seguridad jurídica e impulsar el aumento de la reputación de sus operaciones comerciales y, por lo tanto, atraer la tan necesaria inversión a estas latitudes.
Recordemos que la Unión Europea posee tratados de libre comercio con 12 de los 19 países de esta zona y que, luego de 20 años de negociaciones con el Mercosur, ese objetivo está a punto de cumplirse. Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay iniciaron en 1999 sus conversaciones con la UE y se revitalizaron en 2017 con las políticas proteccionistas del Presidente estadounidense Donald Trump. Además, desde el año 2000, la Unión Europea se transformó en un importante proveedor y comprador de más del 10 por ciento del comercio latinoamericano y las empresas europeas, cada vez con mayores volúmenes, se encuentran entre los principales inversionistas en la región.
De ahí que los Gobiernos y legisladores de una mayoría de países latinoamericanos observen con atención y creciente interés la nueva reglamentación que entró en vigencia hace pocas semanas. Europa se está transformando en el gran referente del control tecnológico en Latinoamérica y el mundo. Evitar asociarse a este reglamento implicará marginarse de potenciales negocios que vendrán en el futuro.
Sí, porque esta regulación no es solo un conjunto de reglas que deben seguirse para evitar pagar millones en multas, sino que implica un cambio cultural profundo al exigir que las empresas pasen de ser propietarios de la información de sus clientes a ser vigilantes eficientes de su privacidad.
Montt Latin American Magazine p3


































































































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