Page 3 - MONTT LATINAMERICAN MAGAZINE, JULIO 2018 (Español)
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-Editorial-
El Irreversible Fenómeno Migratorio en la Región
“Al final, la llegada de extranjeros es beneficiosa para los países. Su constitución psicológica les hace bien a las economías nacionales porque son y, tienen que serlo para sobrevivir, aventureros, líderes natos, personas que no temen al desafío, al es- fuerzo, al riesgo, al desprecio social, porque se acostumbraron a vivir sin privilegios”.
Presidente de Montt Group, Santiago Montt
y utilizaba cualquier recurso, legítimo o ilegítimo, para llegar a un destino elegido unilateralmente. En esa categoría caben los todavía inexplicables vuelos chárteres con inmigrantes haitianos que llegaban al aeropuerto internacional de Santiago de Chile con una frecuencia impresionante o los corredores terrestre hacia países vecinos, que no respetan los pasos fronterizos legalmente habilitados, en el caso de Venezuela.
Esta vorágine llevó a modificar la redacción de legislaciones latinoamericanas algo pretéritas, que buscaban frenar inicialmente este aluvión y que, por lo mismo, se centraron más en el control de las fronteras y en la seguridad nacional que en el reconocimiento de los derechos humanos, educativos, sanitarios y laborales de los migrantes, como lo recomiendan los organismos internacionales.
En otros casos, el enfoque jurídico, fue distinto, como el caso de Brasil y Ecuador, que incorporaron disposiciones hoy día aclamadas a nivel internacional por incluir un renovado y muy humanitario concepto de asilo y refugio.
Pero todas las modificaciones legales que se realizaron sobre el tema migratorio en la región fueron reactivas, y, en algunos casos, buscaron más el consenso de los votantes, que el bienestar objetivo del país. Cuando termine esta etapa y se retome del todo la normalidad social, será fundamental revisar estas disposiciones a fin de crear mecanismos eficaces que promuevan, por ejemplo, la inmigración controlada con fines profesionales; la creación de caminos y rutas seguras para los que busquen asilo; la organización de programas para luchar en contra de las causas de la migración extrema, como planes de innovación y emprendimiento en los países de origen, entre otras medidas.
Una buena parte de los que hoy son migrantes, ellos o su descendencia, mañana serán chilenos, argentinos, ecuatorianos, colombianos, brasileños, pese a las diferencias culturales y de raza que puedan existir. Su integración social será algo inevitable e irreversible, de ahí que toda legislación migratoria deba contemplar una mirada más serena, profunda y de largo plazo.Y esto, porque si bien como en Europa, en un principio, las migraciones masivas pudieron causar en la población local agitación política, descontento, una suerte de fiebre populista, los estudios prueban que al final, la llegada de extranjeros es beneficiosa para los países. Su constitución psicológica les hace bien a las economías, porque son y, tienen que serlo para sobrevivir, aventureros, líderes natos, personas que no temen al desafío, al esfuerzo, al riesgo, al desprecio social, porque se acostumbraron a vivir sin privilegios. Son algo soñadores y muy decididos, porque lo arriesgan todo por un futuro mejor y muy trabajadores para el hoy, pero también para el futuro, porque traen a sus familias y quieren dejar un legado. Los emigrantes pueden llegar a ser grandes empresarios, porque saben cómo adaptarse. Y esto porque enfrentan desafíos gigantescos como volver a empezar de cero. No es tarea fácil y, por lo mismo, aquello hace a los migrantes más resilientes y mejores emprendedores, incluso que muchos de los locales.
Pocos países latinoamericanos estaban preparados para enfrentar la oleada de inmigrantes intrarregionales que hemos observado, con cierta perplejidad, en el último tiempo. Muchos Gobiernos se vieron obligados a actuar sobre la marcha, aplicando regulaciones obsoletas y, al mismo tiempo, los Congresos se sintieron exigidos de aprobar leyes incompletas y algo improvisadas, para frenar esta suerte de descontrol social.
Según la Cepal, actualmente más de 30 millones de latinoamericanos residen fuera de sus países de origen y de ese total, un 30 por ciento emigró a territorios dentro de la región, en muy poco tiempo. Existen varias razones para ello: la globalización; la interconexión del mundo; los cambios en las políticas de tres grandes receptores de extranjeros, Estados Unidos, México y España, que absorbían gran parte de los movimientos migratorios de la región; las guerras y el hambre, vale decir, la inestabilidad económica y política.
Este último factor, entre otros, fue determinante para la avalancha migratoria observada en los últimos años, a consecuencia de la prolongada crisis que vive Venezuela, que lentamente fue adquiriendo proporciones épicas. Nunca antes se observó una movilización intrarregional tan masiva y desesperada como esta, al punto de que algunos expertos, califican a los miembros de esta diáspora como los “sirios de Latinoamérica”.
La tragedia venezolana arrastra al resto de la región, de manera especial, a los países vecinos como Colombia y Brasil. En el primero, los servicios sociales y hospitalarios se encuentran colapsados y en el segundo, el estado brasileño norteño de Roraima teme por la estabilidad económica y social de la zona. La migración venezolana en Argentina creció en mil 600 por ciento en los últimos cinco años y hoy ese grupo se ubica en el tercer puesto de inmigrantes extranjeros. Lo mismo ocurre con Perú, donde entran mil venezolanos por día y Ecuador.
En Chile, los emigrantes que más crecieron en número son precisamente los venezolanos: superan el mil por ciento, en apenas tres años. Pero más allá de este caso puntual, la situación de nuestro país es un buen barómetro para medir la vertiginosidad del fenómeno migratorio, porque históricamente ha sido un territorio muy aislado, física y psicológicamente del mundo y de la noche a la mañana se transformó en un verdadero imán migratorio, al punto que fue el que más creció proporcionalmente en ese aspecto en toda Latinoamérica. A diciembre de 2017, la cantidad de extranjeros que vivía en Chile llegaba a un millón 119 mil 267, lo cual corresponde al 6,1 por ciento de la población. En 1982 aquella cifra representaba apenas el 0,7 por ciento.
Debido a las características tan nuevas y desconcertantes de este movimiento migratorio, el enfoque jurídico de la región fue variado. En determinados casos, el tema se convirtió en un tópico desagradable, incómodo, debido al descontrol de la situación, a la intrusión de las mafias de trata de personas y otros delitos y, en definitiva, a la avalancha migratoria que tomaba ventaja de legislaciones regionales antiguas
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