Page 94 - Beberemos El Vino Nuevo, Juntos! Let Us Drink the New Wine, Together!
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Emergencia: ¡Beberemos el vino nuevo juntos! Catalina Mena
Años 20 del siglo 20, final de la primera guerra. Momento de incertidumbre y caída. Se escucha el anacrónico eco de un ahora. El mundo se ha desplomado y en el aire sigue latiendo frágil la esperanza de un futuro posible. Sobre la memoria reciente pesan 10 millones de muertos, luego se multiplicarán. Son números. (Las imágenes están bajo amenaza).
Un grupo de artistas, bajo el rótulo del Surrealismo, juntan energías con el deseo de sobrevivir a la loca racionalidad bélica. La urgencia es unirse para generar una obra colectiva que es un juego, un poema, una provocación contra la lógica imperante y sus mandatos destructivos. Se trata de ensayar otras formas de decir, combinar frases y dibujos según mecanismos aleatorios, obedeciendo al ritmo del inconsciente. Cada cual realiza su acción creativa ocultándosela al siguiente, de manera que nadie esté condicionado por el gesto anterior. Así se van sumando acciones que arman una obra mayor, caótica en su estructura. De allí surge una frase primera sin sentido aparente, pero pletórica de resonancias: “El cadáver exquisito beberá el vino nuevo”. (Se oye a los evangelistas relatando La Última Cena).
El lenguaje construye mundo. La poesía es su palabra cruda.
André Breton, que lleva la varilla, dice que la extravagante diversión les ha permitido «escapar de la autocrítica y liberar la actividad metafórica de la mente».
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Marzo de 2020. (El número 20, que en esta historia se repite, es el número del fin).
La artista alys longley, de Nueva Zelanda, y el artista Máximo Corvalán, de Chile ,tienen planeado desarrollar juntos un proyecto.
Se declara la pandemia global, se decreta el confinamiento, el proyecto se suspende. El tiempo queda detenido, la incertidumbre se instala, ronda la idea de un final. Los muertos son números. (Las imágenes están bajo amenaza)
alys y Máximo continúan el diálogo a distancia; sus mensajes atraviesan el espacio. Piensan en los otros, en todos aquellos artistas con quienes han mantenido un vínculo afectivo, que están dispersos en distintos lugares del mundo, cada cual encerrado en su casa. Seguir comunicados es una forma de resistencia.
Así comienza esta ficción. Ensayan modos de conexión mediados por el deseo artístico.
Más de 60 artistas, de todos los continentes, se vinculan para crear una serie de obras analógicas y digitales, traspasando las fronteras y burlando los controles. El gesto convoca la emergencia. El arte como utopía de comunión. Los cuerpos se salvan de la ausencia.
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