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Driesch (teoría de la entelequia) y por H. S. Burr (teoría de los campos L), entre otros, elaboró la “Hipótesis de causación formativa”. La misma sugiere que entre el ADN y los procesos de formación de un organismo, habría un estado de mediación, compuesto por un complejo conjunto de campos ocultos que dirigirían todas las etapas de la morfogénesis y la forma definitiva que cobran los seres vivos, incluyendo la conducta. A dichos campos ocultos los denominó “campos morfogenéticos”.
A posteriori, Sheldrake amplió su hipótesis, sosteniendo que “no solo la vida estaría guiada en su forma por campos ocultos, sino también el mundo inanimado de los cristales, las moléculas y los átomos, que a su vez está vivo en cierta forma”. Todo crecimiento y toda forma se verían influenciados por la acción de los campos, desde las partículas subatómicas, pasando por la especie humana, hasta llegar a las galaxias y más allá.
Los campos morfogenéticos de Sheldrake son diferentes de los otros campos propuestos por los biólogos o descubiertos por los físicos. Se trataría de formas muy sutiles de energía (ondas formativas), con la función implícita de guiar a los átomos o a las células hacia un lugar predeterminado para formar una estructura. Los mismos actuarían a modo de patrones, cauces o planos sobre los que se desplegarían los seres y las cosas. Por ejemplo, la formación de un átomo a partir de los electrones y el núcleo, estaría guiado por un campo; la formación de una molécula, por otro; la regulación metabólica de una célula, por otro más; y así sucesivamente, elaborando una intrincada red de entrelazamientos infinitos entre los campos, que se contendrían unos a otros. Consecutiva- mente, los campos morfogenéticos se verían influenciados por los seres y las cosas que se van formando, no permane- ciendo iguales a lo largo del tiempo debido a la continua y sutil modificación que ejercería constantemente sobre ellos cada ser o cosa existente o que haya existido.
Las presiones ejercidas por el ambiente sobre un grupo de individuos de una especie dada, se transmitirían al correspondiente campo subyacente modificándolo, éste actuaría indirectamente sobre los demás individuos de la misma especie, viéndose así afectados por el cambio, aunque se hallaren distantes geográficamente.
Los campos encargados de dirigir el movimiento, moldeando los patrones de conducta e instinto de los seres vivos, se denominan “campos motores”.
DESARROLLO
1 Domesticación Espontánea Inicial
Estudios retrospectivos arqueológicos y antropológicos sostienen que la primera especie animal reconocida como doméstica es el perro (canis familiaris), produciéndose tal evento aproximadamente entre los años 14.000 a 12.000 A.C. Los supuestos que intentan explicar esta
domesticación aparentemente espontánea son:
• Acercamiento paulatino de algunos ejemplares a los campamentos humanos en busca de alimento (sobras). • Adopción y crianza artificial de cachorros huérfanos por parte de algunos humanos (se atribuye un papel
preponderante a las mujeres y a los niños en este caso).
Una vez incorporados los cachorros a la “familia humana”, se habría producido una interacción positiva entre individuos de ambas especies, facilitada por ciertas características de conducta precisas, tales como la sociabilidad y el comportamiento gregario propio de los caninos (los perros instintivamente “montan guardia”, inclusive de noche; alertan sobre potenciales peligros; colaboran en defensa del asentamiento; se suman a las tareas de caza; etc.) viéndose beneficiados a cambio por obtención de alimento, seguridad y refugio de forma menos trabajosa.
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