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LA IMPORTANCIA DE PONER LÍMITES
A ti, como madre primeriza, la vida te ha cambiado por completo. No solo físicamente, sino también emocional y logísticamente.
Lo que antes suponía, quizás, parte de una rutina, como darse una ducha o echarse una cabezadita cuando lo necesitabas, ahora se ha convertido en un bien muy preciado. Además, hay un bebé que te necesita,
y tú también a él, con lo que, seguramente, haya aumentado
esa sensación de tener una responsabilidad muy grande, que
es su cuidado. Como parte de ese cuidado, supone poner en la parte más alta de la lista de prioridades
a tu bebé, pero es importante que
tú también te cuides.
• Aquí es donde, generalmente, encontramos la primera de las grandes curvas en la maternidad: los límites. Tú mejor que nadie sabes qué es lo mejor para ti y
para tu bebé, ya que eres quien más le conoce. Puede que, ahora, tu deseo no sea tener visitas durante el posparto más inmediato.
O, quizás, hayas decidido dar el pecho en vez del biberón. Incluso tengas presente las necesidades de tu bebé en cuanto al sueño se refiere. Pues bien, lo que para ti es muy evidente, puede no serlo para los demás. A veces, son los abuelos los primeros en ofertar las primeras opiniones no solicitadas. Este juicio o cuestionamiento de tu crianza puede tener una explicación,
y es que aún no han comprendido que su rol, ahora, no supone decidir sobre la manera de
cuidar y criar, sino de acompañar y respetar el deseo de la madre
y de la pareja (si la hay).
• La comunicación es una parte muy importante en todo este proceso. Primero de todo, porque los demás no tienen el poder especial de leernos la mente;
y segundo, porque poner límites nos cuida y nos protege. Sé que la culpa puede venir a recordarte que decir que “no” a ciertas peticiones está mal. Poner límites también es algo que irás
aprendiendo a medida que te sientas más segura y confiada con respecto a tu maternidad. Además, no podemos obviar la cuestión
de que las mujeres hemos sido educadas en la complacencia,
es decir, en agradar a los demás. Por eso, oponernos a algo, sobre todo cuando viene de alguien
muy cercano como es la propia madre o padre, cuesta tanto.
• Calma. No se trata de exigirte aún más, sino de pensar en que
tú también necesitas priorizarte.
Si al principio te resulta más ameno establecer esos límites usando
lo que tu bebé necesita, hazlo.
Por ejemplo, la famosa hora bruja, esa franja horaria a partir de las seis de la tarde cuando los bebés se empiezan a sentir más irritables; quizás desees que ya no haya más visitas. Puedes establecer dicha hora como el toque de queda de las visitas. De esta manera clara y concisa, y si puedes ser consistente con ello, el resto de la familia comprenderá tal límite.
#12# Mibebeyyo