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                  ¿Por qué siempre es mejor
la leche materna?
La leche materna es única como alimento, porque proporciona todos los nutrientes que el niño necesita y se puede disponer
de ella en todo momento.
Sin embargo, si, debido
a diferentes razones, la madre
no puede dar el pecho, o aunque pueda, la leche se le acaba pronto, las leches de fórmula constituyen una opción válida para alimentar al pequeño.
¿A partir de cuándo
están indicadas las leches de continuación?
Las leches de continuación están indicadas para bebés que ya tienen seis meses, y se suelen usar hasta el primer año de edad.
¿En qué formatos
se presentan las leches de fórmula?
Casi todas las leches de fórmula presentes en el mercado se comercializan en forma de polvo, aunque también podemos encontrarlas en formato líquido.
La leche en polvo, que debe diluirse, viene acompañada de un cacito de plástico, que se utiliza para medir una dosis exacta. Las proporciones, tanto de leche como de agua, no deben alterarse por ninguna razón. Si se exagera en la cantidad de polvo utilizada, aunque solo sea por apelmazarla al llenar la medida, el pequeño podría sufrir hipernatremia, un exceso de sodio en la sangre, que puede ocasionar deshidratación del organismo.
¿De dónde proceden
las leches de fórmula?
Casi todas las leches de fórmula proceden de la leche de vaca, modificada y adaptada de modo que se asemeje todo lo posible
a la leche materna. La concentración de proteínas de la leche de vaca triplica a la de la leche materna,
lo que, en edades tempranas, puede suponer una sobrecarga renal importante. Además, tiene un contenido en hierro y vitaminas muy bajo, y el riesgo de alergia es más elevado.
¿Cómo están compuestas
las leches de continuación?
La composición de las leches de continuación está específicamente pensada para cubrir las necesidades nutricionales de los bebés de esta franja de edad, y ser fácilmente asimilable por su aparato digestivo.
¿Qué tipo de sustancias
contienen estas leches?
Contienen una cantidad adecuada de proteínas y están enriquecidas con minerales (especialmente,
hierro y calcio), vitaminas y ácidos grasos esenciales, elementos todos ellos presentes en cantidades pequeñas en la leche de vaca, y
que son imprescindibles en una etapa de importante crecimiento.
Es importante recordar que, si adquirimos este tipo de leches en su versión líquida, ya preparadas en sus envases, debemos conservarlas en el frigorífico, y que, una vez abiertas, su contenido debe consumirse antes de 48 horas, con el fin de proporcionar las máximas garantías al pequeño.
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