Page 74 - Mi bebé y yo 344 - Octubre/Noviembre 2021
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                #cuidatumicrobiota
¿CUÁL ES EL REY
DEL CUERPO HUMANO?
El cerebro, naturalmente. Gracias
a él, pensamos, experimentamos sensaciones, miedos y emociones,
y decidimos cómo movernos y actuar. El resto de órganos parecen estar
a su servicio: los pulmones oxigenan
la sangre, el corazón la bombea,
los músculos obedecen sus órdenes
y los órganos de los sentidos transmiten al cerebro la información que después “interpreta”. ¿Y el intestino? ¿Qué consideración puede merecer una especie de tubo que sirve para asimilar lo que el hígado procesa y para eliminar los desechos? Precisamente,
el intestino, lejos de ser un órgano humilde, tiene el privilegio de ser uno de los que guarda una relación más estrecha con el cerebro. El suyo es
un diálogo continuo, a través de una espesa red neuronal (más de 1.000 millones), hasta el punto de que incluso nuestras emociones se convierten
en una “cuestión de tripas”. Se trata
de una pareja tan bien avenida que, actualmente, los científicos coinciden en considerar al intestino como un “segundo cerebro”, capaz de determinar y orquestar nuestro bienestar general. Por lo tanto, máximo respeto y cuidado, a través de los alimentos que comemos.
BARRIGA Y CABEZA: LOS PILARES DEL YO EN LOS BEBÉS
Si el intestino se limitase a asimilar los nutrientes y a expulsar los residuos del cuerpo, no se entendería cómo es que está dotado de una red de neuronas tan amplia. Ningún otro órgano tiene esta característica,
y esto hace que el vínculo entre el intestino y el cerebro también sea determinante para los primeros pasos del niño en la construcción del yo.
El intestino produce una cuarentena de sustancias, como hormonas y neurotransmisores, y se encuentra entre los mediadores de los estímulos que desencadenan la sensación de hambre: envía señales al cerebro y el niño llora, del mismo modo que grita si come algo que le hincha la tripita o si sufre cólicos. ¿Por qué los masajes que se efectúan en la barriguita del bebé son los que más le tranquilizan? Muy fácil: vehiculan sensaciones positivas y tranquilizadoras desde
el mundo exterior. La relación entre el intestino y el cerebro se refuerza con el crecimiento. ¿Por qué, antes de un examen, sentimos nervios
en la barriga? ¿Y por qué una de las primeras señales de estrés es, precisamente, la irregularidad de las funciones intestinales?
#74# Mibebeyyo
 Todo lo que introducimos de forma inconsciente con los alimentos también influye en el equilibrio de la flora intestinal. Algunos aditivos industriales y residuos de pesticidas utilizados en la agricultura, además de resultar perjudiciales para la salud, especialmente para los niños, afectan negativamente al desarrollo de la microbiota. Por ello, sería preferible ofrecer a los más pequeños verduras y frutas de cultivo ecológico
o de agricultura integrada: por un lado, se evitan las sustancias potencialmente dañinas y, por el otro, se puede contar con el efecto positivo de los antioxidantes que algunas plantas cultivadas de este modo tienen en mayor cantidad. La investigación al respecto pone de manifiesto que
los polifenoles (uno de los antioxidantes más presentes en la fruta) contribuyen indirectamente al crecimiento de las bacterias intestinales “buenas”, hasta el punto de considerarlas sustancias similares a los prebióticos.
Ecológico es mejor
 









































































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