Page 26 - Mi bebé y yo 355, Julio-Agosto 2023
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#quéhaceryquénohacer
Las rabietas son una fase normal en el desarrollo del niño entre los
18 meses y los 4 años, y son necesarias para que aprenda a regular sus emociones negativas y a tolerar las frustraciones. Mostraos comprensivos; el pequeño no lo hace aposta para que os enfadéis; simplemente, no sabe expresar su descontento de otro modo.
La mejor forma de hacer frente a una rabieta es prevenirla.
Evitad las situaciones conflictivas que puedan desencadenarla. Si vuestro hijo coge una pataleta porque no le compráis un juguete o una golosina, intentad dar un rodeo y no paséis delante de una juguetería o de la tienda de “chuches” que tanto le gusta.
Definid unos límites claros. Estableced una línea de conducta
de la que estéis convencidos e imponed pocas reglas, pero fundamentales, y que sepáis que vais a poder controlar. La firmeza y determinación de la familia le servirán de ejemplo la próxima vez.
Enseñadle a descargar sus emociones de una forma “sana”,
sin hacerse daño a ellos mismos o a los demás, y sin romper o golpear objetos. Encontrando una vía de escape para sus rabietas aprenderá a dominarlas.
 LAS RABIETAS
   Procurad no perder el control, gritar o imponeros a la fuerza.
Si os mostráis agitados o irritados, no ayudaréis a calmar la situación. Vuestro hijo lo está pasando mal y lo que más necesita en esos momentos es cariño y comprensión.
Una vez dicho un “no”, no cedáis. Ceder es distinto a consentir
un deseo. Se cede cuando se hace algo contrario a lo que se querría hacer en realidad. Se consiente cuando se reconoce que la demanda es razonable y que se puede satisfacer. Por ello, reflexionad siempre antes de rechazar una petición del niño
y, una vez hayáis decidido cómo actuar, mostraos firmes.
Es inútil razonar con el pequeño durante la rabieta porque,
seguramente, estará tan ofuscado que no os escuchará. Hay que esperar a que se haya calmado para hacerle entender por qué no le habéis dejado hacer una determinada cosa
y cómo debe comportarse la próxima vez que se enfade.
No se debe juzgar al niño por su mal comportamiento ni
guardarle rencor. Si después de la pataleta busca contacto, no se lo neguéis; abrazadle o cogedle hasta que se sienta mejor.
  














































































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