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un sentimiento de inferioridad respecto a las personas con un empleo estable, incluso a pesar de saber que no son iguales a él en carácter, inteligencia o capacidad".
"Estas personas, incluso sus amigos, tienen por otro lado un sentimiento de superioridad y lo consideran, tal vez inconscientemente, una víctima. Quizás pida algún préstamo durante un tiempo, pero no los suficientes para vivir a su modo habitual y no puede pedir préstamos durante mucho tiempo".
"Sin embargo, el mismo acto de pedir un préstamo, cuando uno lo hace simplemente para vivir, es una experiencia deprimente y ese dinero carece del poder que tiene el dinero que uno se gana para reavivar el estado de ánimo. Por supuesto, esto no hace referencia a los vagos o a los perezosos, sino a las personas con ambiciones normales y con respeto por sí mismas."
LAS MUJERES OCULTAN LA DESESPERACIÓN
"Las mujeres que se hallan en el mismo apuro son algo distintas. En cierta forma no considerarnos que las mujeres puedan ser indigentes. Rara vez las vemos pedir en la calle y, cuando las vemos, no las identificamos por los mismos signos que caracterizan a los hombres mendigos. Por supuesto, no me refiero a las andrajosas que van arrastrando los pies por las calles de la ciudad y que son homólogas a los vagabundos confirmados. Me refiero a las mujeres razonablemente jóvenes, decentes, e
EPÍLOGO
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Comunidad de Mentoría de Empoderamiento