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HISPAMAG
Marcq en Baroeul
Mayo 2020 ©
STAFF
Editorial
Angie Cantor
Edición Y Revisión
Sophie Craveiro
Reportajes
Los alumnos del grupo español euro del colegio Rouges Barres en Marcq en Baroeul, Francia.
Año escolar 2019-20
La riqueza que todos tenemos
EDITORIAL
Hay que decirlo, ¡Fue una espera larga y ansiosa! Cada día me surgían nuevas inquietudes y dudas acerca de mi nueva vida. ¿Podría comunicarme?, ¿entendería el francés después de estudiarlo por más de seis años?, ¿me la llevaría bien con los niños? Tenía muchas preguntas que se resolverían solo hasta llegar a Lila.
Recuerdo que la primera vez que visité Rouges Barres fue un viernes, aunque mi horario en el colegio era los martes. La profe Sofia y los chicos me recibieron con los brazos abiertos, como se dice en español. Desde el primer día me hicieron sentir parte de la comunidad estudiantil y me acogieron con amabilidad y comprensión.
Quizás para la cultura francesa, a los 25 años, uno ya tiene cierta edad y por lo general ya no vive con sus papás, pero en Colombia, a los 25, uno es un niño todavía y es común que la gente viva en casa de sus papás. En mi caso particular, como deben pensarlo, vivía con mi mamá y mis hermanos, en el seno de un hogar tradicional colombiano, con mucho amor y sobreprotección, así que al llegar a Francia muchas cosas cambiaron. Me encontré por vez primera sola en el exterior, responsable de mí misma y obligada a hablar una lengua extranjera.
En Lila, todo era muy diferente a mi natal Bogotá, las cosas más ordenadas y seguras me llamaron mucho la atención. Mi primera impresión fue que todo parecía estar en silencio, con mucha paz y tranquilidad. No puedo negar que los primeros días me sentía extraña, sin embargo, cada vez que llegaban los martes me alegraba y llenaba de ideas para trabajar con los niños. En clase podía hablar español y conocer otra cultura al mismo tiempo. Todo aquello que una vez, me había parecido tan lejano y remoto, de repente, estaba allí, a mi lado, latente, palpable. ¡Yo vivía en Francia y por fin mi sueño se hacía realidad!
Durante mi estadía, no dejé de sorprenderme nunca, siempre había una palabra, un utensilio, un producto, que me hacía abrir los ojos y decir: - En Colombia esto es diferente. Las cosas más comunes y ordinarias de la vida eran una fuente de conocimiento y asombro para mí, los bailes, la comida, los gestos, todo nuevo y genuino. A toda hora aprendía costumbres y tradiciones de la mano de los niños. Ahora, estoy convencida de que ellos me enseñaron más de lo que yo les pude haber transmitido. Cada día que transcurría, cambiaba y aprendía sin parar, me descubría yendo a lugares maravillosos y haciendo cosas que jamás habría imaginado hacer, inclusive conociendo desde la distancia, más profundamente mi propia cultura y mi amado país.
Aprendí que todos somos inmensamente ricos y que esa riqueza radica en nuestras diferencias, en lo que podemos compartir y enseñar a los otros, pero sobre todo en lo que podemos aprender de los demás. Mi viaje y esta experiencia, abrió mi mente para ver la vida de forma distinta, me enseñó a ser más solidaria, a ponerme en los zapatos de los demás y a comprender que en las cosas más sencillas se puede encontrar una abundante fuente de felicidad y riqueza.
C
uando recibí la noticia de que sería
asistente de lengua en Francia, sin duda,
mi primer sentimiento fue la emoción, quería viajar inmediatamente para comenzar con mi experiencia. Afortunadamente el viaje se dio unos seis meses después y tuve bastante tiempo para planear y pensar lo que haría.
Asistente de lengua 2019-2020