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Un mensaje que me gusta mucho y quiero compartirlo es uno del Papa Francisco, el cual lo hizo para los padres que se esclavizan y se vuelven dependientes de sus hijos causando la misma dependencia en ellos.
 "No vivas sólo por tus hijos... Te lo suplico ¡no vivas sólo por tus hijos! No solo NO lo necesitan, eso les hace daño. Cuando el niño se convierte en la razón de vivir de sus padres eso es demasiado para él. Es como si lo encerraran en una habitación en la que un día se acabará el aire; aunque al principio puede respirar, llegará el día que empiece a ahogarse. Ahogarse en medio de tanto “amor y cuidado“.
Por eso te suplico, no vivas sólo por tus hijos. Encuéntrale otro significado a la vida,
 encuéntrale otro sentido al hecho de ser papá o mamá. Para que los niños y niñas que nazcan en nuestro planeta no se conviertan en deudores y víctimas de tu “caridad" y cuidado.
Ama a tu cónyuge. Los niños crecerán y él o ella se quedarán contigo. Puedes ser tú quien de ejemplo a los niños acerca de cómo llevar una vida de pareja saludable, para que ellos mismos quieran tener su propia familia, pero también puedes truncar el deseo de tu esposo o esposa si te metes demasiado en los problemas de tus hijos y te olvidas de él o ella.
Ámate. No te olvides de ti mismo cuando luches por la felicidad de tus hijos. No te niegues un vestido o una corbata (por ejemplo) por comprar un nuevo juguete, no cambies tu salón de belleza o tu hobbies por pagar un nuevo profesor particular; si tú no cuidas de
 ti mismo ¿qué le puedes dar a los demás? ¿Qué ejemplo les darás? ¿Qué amor?
Búscale sentido a la vida más allá de lo material. Esta vida no es eterna y así es aunque no quieras pensar en ello. La espiritualidad, la religión, las oraciones (o cual sea tu manera de expresar tu vida espiritual) pueden ser una fuente de energía y deseos de vivir que te ayudarán a no apoyarlo todo sobre los hombros tus hijos.
No vivas sólo por tus hijos, te lo suplico. Cuando encuentro niños y adultos cuyos padres lo dieron todo y más por ellos, me duele mucho verlos a los ojos. En muchos de ellos veo mi propio dolor, veo tristezas, corazones rotos, almas vacías. Sus ojos gritan por ayuda,
 gritan de dolor, de desesperación y de culpa. Ellos, como todos los niños, quieren amar a sus padres, pero si lo hacen seguramente no sobrevivirían a sus cuidados.
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