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Lu Su le prestó veinte barcos, cada uno de ellos con treinta hombres. Los navíos estaban cubiertos con una tela negra y figuras de paja a ambos lados. Durante la madrugada, Zhuge Liang pidió a Lu Su que preparase los barcos, pero este no sabía nada del plan. Aquella noche, la espesa niebla lo cubría todo, las aguas del río Yangtsé estaban inmersas en la bruma, como si del paisaje de un cuento se tratase.
Antes del amanecer, los barcos se aproximaron a la base naval de Cao Cao. Zhuge Liang ordenó que colocasen todos los barcos en una fila mirando hacia la base y que los soldados gritasen mientras tocaban los tambores. Lu Su palideció temiendo la respuesta del ejército de Cao Cao. Zhuge Liang rio y dijo: “Apuesto a que Cao Cao no se atreve a enviar a sus soldados con esta niebla. Vayamos dentro a beber”.
Cuando Cao Cao vio la niebla que lo cubría todo, temió que fuera una táctica del enemigo para realizar una emboscada, así que se vio obligado a ordenar a sus combatientes que disparasen más de diez mil flechas hacia el sonido de los tambores.
Cuando uno de los lados de los barcos quedó cubierto de flechas, Zhuge Liang ordenó que les diesen la vuelta para así acumular más por el otro lado. Pronto, todas las figuras de paja estaban cubiertas de flechas.
Con la niebla disipándose, Zhuge Liang mandó la retirada de los barcos, pero no sin que antes gritasen todos sus soldados: “¡Gracias por las flechas, ministro Cao!”.
Cuando este comprendió lo que acababa de suceder, los veinte barcos ya habían desaparecido.
Se dice que la mayoría de los soldados de Cao Cao eran del norte. Aunque eran numerosos
no se manejaban
bien en el agua. Si
mantenerse en pie
en los barcos ya
era para ellos una
tarea difícil, luchar
en una batalla
naval en el sur de
China era casi
imposible. En la
primera guerra
púnica Roma y
Cartago usaban el
corvus, una
especie de
pasarela móvil que
servía para
enganchar sus
barcos a los del enemigo y abordarles. Sin embargo, lo que hizo Cao Cao fue ordenar a sus oficiales que atasen todos los barcos para navegar juntos por el río como una enorme bestia acuática. Admirando el esfuerzo de sus soldados sintió una gran alegría: “Con los barcos atados, navegar por el río es como caminar sobre tierra llana”.