Page 36 - El gran capitán
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16.- El secreto de la vida
Pablo y Natalia llegaron a casa y directamente se encerraron en su habitación. Pablo a hacer los deberes y Natalia a jugar. En eso que sonó el timbre de la casa.
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Con la lección de su mamá, a Pablo se le pasó pronto el enfado por la derrota. Había sido un día duro y estaban cansados. Cenaron y se fueron a dormir muy pronto.
Al día siguiente, después del cole, como de costumbre, volvían juntos a casa. - ¡Vamos, chicos! Que tenemos que ir pronto a casa. La tía llega en una hora.
- ¿Qué hay de merienda? Preguntó Natalia.
- Hoy tenemos un bocadillín de nocilla. ¿Os gusta?
- Siiií, mucho.
- ¿Habéis pensado algo para hacer a la tía? Porque a mí se me había ocurrido una idea.
- No, mamá y yo tengo muchos deberes, dijo Pablo.
- Y tú, ¿Natalia?
- Yo tampoco he pensado nada y si Pablo no va a hacer nada, yo tampoco.
- ¡Chicos! Ha venido la tía salid a saludarla.
- Hola, tía. Sabes, me han nombrado capitán del equipo.
- Hala, ¡qué bien! ¿Estás contento?
- Sí, mucho, ahora tengo que hacerlo muy bien.
- Seguro que lo harás muy bien, Pablete, confío en ti.
- Por cierto, añadió la tía, os he traído un pequeño regalo.
- ¿Y qué es, tía?
- Ah, sorpresa. Ábrelo.
- ¡Hala, que guay!!! Muchas gracias, tía. Nadie me había regalado un retrato. Muchas gracias. Está muy muy muy chulo. ¿Verdad que me parezco, mamá? dijo Pablo.
- Sí, hijo, muchas gracias. Es una pasada de regalo.
- No, tienes que decir nada, son como mis hijos.
- A mí me ha dibujado con gafas y dentro de un mes me las van a quitar. Dijo, con disimulo, Natalia a su madre.
- Es un recuerdo maravilloso. Disfrútalo. Pocas personas tienen una tía que les hace estos regalos. Tienes que ser agradecida.
Y Natalia salió corriendo a dar un abrazo a su tía. Pablo también se unió.
Mamá y la tía se quedaron hablando en el salón hasta que se fue. De vez en cuando Pablo y Natalia participaban de la conversación.
- ¡Chicos, que la tía se va!