Page 112 - Demo
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-Me siento triste, estoy volviéndome viejo. Quiero un bote para navegar y descansar, ¿puedes dármelo?
El árbol contestó: Usa mi tronco para construir uno; así podrás navegar y serás feliz.
El hombre cortó el tronco, construyó su bote y se fue a navegar por un largo tiempo. Regresó después de muchos años y el árbol le dijo: Lo siento mucho, pero ya no tengo nada que darte, ni siquiera manzanas.
El hombre replicó: No tengo dientes para morder ni fuerzas para escalar, ya estoy viejo.
Entonces el árbol, llorando, le dijo: Realmente no puedo darte nada. Lo único que me queda son mis raíces muertas.
Y el hombre contestó: No necesito mucho ahora, sólo un lugar para reposar.
Estoy cansado después de tantos años...
-Buenos-dijo el árbol-, las viejas raíces de un árbol son el mejor lugar para recostarse y descansar. Ven, siéntate conmigo y descansa.
El hombre se sentó junto al árbol y este, alegre y risueño, dejó caer algunas lágrimas.
Esta es la historia de cada uno de nosotros: el árbol son nuestros padres. De niños, los amamos y jugamos con ellos. Cuando crecemos los dejamos solos; regresamos a ellos cuando los necesitamos, o cuando estamos en problemas.
No importa lo que sea, siempre están allí para darnos todo lo que puedan y hacernos felices.
Usted puede pensar que el muchacho es cruel con el árbol, pero ¿no es así como tratamos a veces a nuestros padres?
Contribución de Andrés Bernal, Lima.
96 RAMIPRIL EL HUMOR ES UN REMEDIO III





















































































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