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Segundo Invento: relacionado con el aseo personal. Llaves mágicas que me dan agua fría o caliente, a mi antojo.
El agua desechable se va por una tubería especial, el inodoro hace su fundación y la ducha me proporciona el agua a la temperatura que yo quiera.
Tercer Invento: la greca. Con un simple toque en la estufa (la estufa es el cuarto invento, como veremos), sale la llamita de la hornilla y como acto de hechicería me proporciona en segundos mi tacita caliente de café, para despertar totalmente la mente.
Cuarto Invento: la estufa, sea de gas o eléctrica, que al simple toque de algunos botones me permite domesticar el fuego para preparar los alimentos.
Quinto Invento: los periódicos, cuya lectura para comenzar el día es imprescindible. ¡Qué invento ese de los periódicos! O la televisión, o la radio, o la Internet, que son una extensión de los periódicos.
Si el Papa estornuda en Roma, yo puedo saberlo al minuto. Con eso lo digo todo.
Y así por el estilo. He pasado por alto muchos otros inventos de los que me sirvo desde que comienza el día, como la ropa, los zapatos, el jabón, el aparato de afeitar, el cepillo de dientes y el cepillo de cabeza, etc., todos ellos antes de salir de la casa.
En menos de las dos primeras horas del día me he servido, sin darme cuenta, de un sinnúmero de inventos utilísimos, como si el mundo siempre hubiera sido así. Póngase usted a pensar, lector amigo, y descubrirá muchos que yo he olvidado.
EL HUMOR ES UN REMEDIO III ROWESTIN PLUS
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