Page 260 - Resiliente
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—¡No le dijiste a Mauro que nos acercaríamos tanto al cen-

                                    tro! —dijo Máximo en tono divertido.
                                            —Por supuesto que no, se hubiese opuesto a la idea y nece-

                                    sitamos medicinas. —dije yo.



                                    Mientras Máximo se ria a carcajadas, salimos a toda velocidad
                                    hacia la Plaza Glorias Patrias, y más arriba de eso había otro

                                    enorme bloqueo con unas planchas de acero de unos cuatro metros
                                    de altura, por un lado había un agujero y allí había un millar

                                    de Zs vestidos de militar, y civiles pululando por todas partes
                                    del lugar, a decir verdad no esperaba que fuesen tantos.



                                            —Con un demonio, —dije yo. —Máximo toma el volante.

                                            —¿Qué? —dijo.
                                            —¡Toma el volante!

                                            —Ok...



                                    Me levante y me acomode en los tubos del techo del jeep y Máximo
                                    se pasó ágilmente hacia el volante, yo me pase al asiento del

                                    copiloto, preparandome para salir.



                                            —Si paramos estamos fritos, gira a la derecha aquí,
                                    ve hacia la parte alta de la Plaza y búrlalos, luego sal hacia

                                    la avenida, baja y vuelve a subir —le dije preparando mis armas.
                                            —¿Y tú? —dijo Cleo con ojos abiertos.

                                            —Yo voy a buscar las malditas medicinas, —dije. —si nos
                                    bajamos todos los tendremos encima en minutos, ustedes serán

                                    la distracción, para darme tiempo.
                                            —Y si no me ves volver Máximo, salgan de este maldito

                                    lugar ahora ¿Entendido? —le dije acercandome a el.
                                            —No te voy a dejar idiota. —dijo Máximo.

                                            —¡Que si entendiste! —grite.
                                            —Si. —dijo asintiendo con la cabeza. —¿En dónde nos vemos?

                                            —Park Hotel, —dije mirándole. —allí en la entrada, allí
                                    te espero, Máximo la radio en el canal 3.

                                            —Vale, —dijo —cuídate mierda...
                                            —Sí.




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