Page 75 - Cómo aprendimos a volar (II Edición)
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Tengo 19 años. Quedé huérfana de padre a los 3. Mi padre era un alcohólico,
siempre trabajaba, pero nunca por el bienestar nuestro, sino solamente para satisfacer sus ganas de tomar. Era un hombre muy machista. Cuando murió, a mi corta edad no sentí ningún sufrimiento, pero ya cuando crecí era un dolor
grande porque él no estaba y era por culpa del alcohol.
Por otro lado, algo
que me marcó es que
también veía a mi
mami tomar cons- tantemente, volvién-
dose también una alcohólica. Verla convertida en mi padre era algo que a mí me afectaba mucho. Crecí en ese ambiente de pensar que el alcohol solu- cionaba los problemas. Por suerte, mi madre se repuso, aunque no del todo, pero ya tra- bajaba y estaba más pendiente de nosotras.
Cuando tenía unos 15 años, me llegó “la edad del burro”, como dicen. Con mis ñañas y
mis dizque* amigas empezamos a tomar, comenzamos a tener peleas y ya no pude llevarme ni tener confianza con ninguna de ellas. Por esa época tuve mi “primer amor”, fue un joven muy respetuoso que me ayudó en momentos en que me hacía falta abrazos y cariño, por ese motivo yo tenía un gran aprecio
por él. Creo que era un buen amigo, un buen compañero. Me sentía bien, y decidí dejar de tomar para no ser una alcohó- lica más en la fami- lia. Pero luego de un tiempo, tuvimos que
terminar porque yo no era de la religión de su familia, y su mamá no me quería.
Pasó el tiempo y regresé a tomar, tomaba todos los fines de semana con supuestas amista- des, porque pensaba que el alco- hol solucionaría mis problemas. Incluso excluíamos a quien no quería tomar. Yo no pensaba en las consecuencias. En esa etapa yo pensaba que mi mami no me
* Dizque: que se supone.
 “Crecí en ese ambiente de pensar que el alcohol solucionaba los problemas”
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