Page 1315 - Biblia el Unico Dios
P. 1315
17 Pues nada hay oculto que no quede manifiesto, y nada secreto que no venga a ser conocido y descubierto.
18 »Por tanto, oigan bien; porque al que tenga, se le dará; y al que no tenga, aun lo que crea tener se le quitará.»
Mt.25:29;Lc.19:26
La madre y los hermanos de Jesús
(Mt.12.46-50; Mr.3.31-35)
19 Se presentaron donde Jesús su madre y sus hermanos, pero no podían llegar hasta él a causa de la gente.
20 Le anunciaron: «Tu madre y tus hermanos están ahí fuera y quieren verte.»
21 Pero Jesús les respondió: «Mi madre y mis hermanos son aquellos que oyen la Palabra de Dios y la cumplen.»
Jesús calma la tempestad
(Mt.8.23-27; M.4.35-41)
22 Sucedió que cierto día, Jesús subió a una barca con sus discípulos, y les dijo: «Pasemos a la otra orilla del lago.» Y partieron.
23 Mientras ellos navegaban, se durmió Jesús. Se desencadenó sobre el lago una tempestad; se inundaba la barca y estaban en peligro.
24 Entonces fueron a despertar a Jesús, diciéndole: «¡Maestro, Maestro, que perecemos!» El, habiéndose despertado, reprendió al viento y a las olas, y cesaron, y sobrevino la bonanza.
25 Entonces les dijo: «¿Dónde está su fe?» Ellos, llenos de temor, se decían entre sí maravillados: ¿Quién es éste, que manda a los vientos y al agua, y le obedecen?»
El endemoniado gadareno
(Mt.8.28-34; Mr.5.1-20)
26 Arribaron a la región de los gadarenos, que está frente a Galilea.
27 Al bajar Jesús a tierra, salió del pueblo un hombre que estaba endemoniado, y se le acercó. Hacía mucho tiempo que no se ponía ropa ni vivía en una casa, sino entre las tumbas.
28 Al ver a Jesús, cayó ante él, gritando con gran voz: «¿Qué tengo yo contigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te suplico que no me atormentes.»
29 Es que él había mandado al espíritu inmundo que saliera de aquel hombre; pues en muchas ocasiones se apoderaba de él; le sujetaban con cadenas y grillos para custodiarle, pero rompiendo las ligaduras era empujado por el demonio al desierto.
30 Jesús le preguntó: «¿Cuál es tu nombre? «El contestó: «Legión»; porque habían entrado en él muchos demonios.
31 Y le suplicaban que no les mandara irse al abismo.
32 Había allí un gran ato de cerdos que pacían en el monte; y le suplicaron que les permitiera entrar en ellos; y Jesús se lo permitió.
33 Salieron los demonios de aquel hombre y entraron en los cerdos; y el ato se arrojó al lago de lo alto del precipicio, y se ahogó.