Page 1585 - Biblia el Unico Dios
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 1 Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesús, a los que por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesús han alcanzado una fe tan preciosa como la nuestra.
2 A ustedes, gracia y paz les sean multiplicadas por el conocimiento de Dios y de nuestro Señor Jesús.
Partícipes de la naturaleza divina
3 Su divino poder nos ha concedido cuanto se refiere a la vida y a la piedad, mediante el conocimiento perfecto del que nos ha llamado por su propia gloria y virtud,
4 por medio de las cuales nos han sido concedidas las preciosas y sublimes promesas, para que por ellas se hicieran partícipes de la naturaleza divina, huyendo de la corrupción que hay en el mundo por la concupiscencia.
5 Y por esto deben esforzarse en añadir a su fe la buena conducta; a la buena conducta, el entendimiento;
6 al entendimiento, el dominio propio; al dominio propio, la paciencia; a la paciencia, la devoción;
7 a la devoción, el afecto fraternal; y al afecto fraternal, la caridad.(amor)
8 Si tienen estas cosas y las tienen en abundancia, no los dejarán inactivos ni estériles para el conocimiento perfecto de nuestro Señor Jesús.
9 Quien no las tenga es ciego y corto de vista; ha echado al olvido la purificación de sus pecados pasados.
10 Por tanto, hermanos, pongan el mayor empeño en afianzar su vocación y su elección. Obrando así nunca caerán.
11 Y así se les dará amplia entrada en el Reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesús.
12 Por esto, estaré siempre recordándoles estas cosas, aunque ya las sepan y estén firmes en la verdad que poseen.
13 Me parece justo, mientras me encuentro en esta tienda, (cuerpo) estimularlos con el recuerdo,
14 sabiendo que pronto tendré que dejar mi tienda, según me lo ha manifestado nuestro Señor Jesús.
15 Pero pondré empeño en que, en todo momento, después de mi partida, puedan recordar estas cosas.
Testigos presenciales de la gloria de Dios
16 Les hemos dado a conocer el poder y la Venida de nuestro Señor Jesús, no
siguiendo fábulas ingeniosas, sino después de haber visto con nuestros propios
ojos su majestad.
17 Lo vimos cuando Dios el Padre le dio honor y gloria, cuando la voz de Dios le
habló de aquella gloriosa manera: «Éste es mi Hijo amado, a quien he elegido.»
Mt.17:5
18 Nosotros mismos escuchamos esta voz, venida del cielo, estando con el Señor Jesús en el monte santo.
19 Y así se nos hace más firme la palabra de los profetas, a la cual hacen bien en prestar atención, como a lámpara que brilla en lugar oscuro, hasta que despunte el día y se levante en sus corazones el lucero de la mañana.










































































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