Page 768 - Biblia el Unico Dios
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1 ¡El Señor (יהוה) es grande! ¡Nuestro Dios es digno de alabanza
en su ciudad y en su santo monte!
2 ¡Qué hermosa altura la del monte Sión, allá, en el extremo norte! ¡Es la alegría de toda la tierra! ¡Es la ciudad del gran Rey!
3 Dios está en los palacios de Jerusalén; Dios se ha dado a conocer como un refugio seguro.
4 Pues los reyes se reunieron y juntos avanzaron contra ella;
5 pero al ver la ciudad se sorprendieron, se inquietaron y huyeron. 6 Allí un temblor les invadió, espasmos como de mujer en parto,
7 tal el viento del este, que destroza los navíos de Tarsis.
)יהוה( Como habíamos oído lo hemos visto en la ciudad del Señor 8 Todopoderoso, en la ciudad de nuestro Dios, que Dios afirmó para siempre.
= Pausa. =
9 Oh Dios, en medio de tu templo pensamos en tu gran amor.
10 Oh Dios, por toda la tierra eres alabado como corresponde a tu nombre.
Con tu poder haces plena justicia.
11 el monte Sión se regocija, exultan las hijas de Judá a causa de tus juicios.
12 Den la vuelta a Sión, giren en torno de ella, enumeren sus torres;
13 graben en sus corazones sus murallas, recorran sus palacios; para contar a la edad venidera
14 que así es Dios, nuestro Dios por los siglos de los siglos, aquel que nos conduce.
Salmo 49
La insensatez de confiar en las riquezas
Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Salmo.
1 Oigan bien esto, pueblos y habitantes de todo el mundo,
2 hijos de los hombres, así como hijos de hombre, ricos y pobres a la vez!
3 Mi boca va a decir sabiduría, y cordura el murmullo de mi corazón;
4 tiendo mi oído a un proverbio, al son de arpa descubriré mi enigma.
5 ¿Por qué temer en días de adversidad cuando me cerca la malicia de los que
me hostigan,
6 los que ponen su confianza en su fortuna, y se glorían de su gran riqueza?
7 pero nadie puede salvarse a sí mismo ni pagarle a Dios porque le salve la vida. 8 ¡No hay dinero que pueda comprar la vida de un hombre,
9 para que viva aún y nunca vea la muerte.
10 Se ve, en cambio, fenecer a los sabios, perecer a la par el insensato y el necio, y dejar para otros sus riquezas.
11 Sus tumbas son sus casas para siempre, sus moradas de edad en edad; ¡y a sus tierras habían puesto sus nombres!
12 El hombre no es eterno, por muy rico que sea; muere lo mismo que los animales.
13 Así acaban los que en sí mismos confían; así terminan los que a sí mismos se alaban.