Page 840 - Biblia el Unico Dios
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1 Si has salido, hijo mío, fiador de tu prójimo, si has chocado tu mano con un extraño,
2 si te has obligado con las palabras de tu boca, si de la palabra de tu boca te has dejado prender,
3 haz esto, hijo mío, para quedar libre, pues has caído en manos de tu prójimo: Vete, póstrate, importuna a tu prójimo;
4 no concedas a tus ojos sueño ni a tus párpados reposo;
5 líbrate, como la gacela del lazo, como el pájaro de la mano del pajarero.
6 Vete donde la hormiga, perezoso, mira sus andanzas y te harás sabio.
7 Ella no tiene jefe, ni capataz, ni amo;
8 asegura en el verano su sustento, recoge su comida al tiempo de la mies.
9 ¡Basta ya de dormir, perezoso! ¡Basta ya de estar acostado!
10 Mientras tú sueñas y cabeceas, y te cruzas de brazos para dormir mejor,
11 y llegará como vagabundo tu miseria y como un mendigo tu pobreza.
12 Un malvado, un hombre inicuo, anda con la boca torcida,
13 guiña el ojo, arrastra los pies, hace señas con los dedos.
14 Torcido está su corazón, medita el mal, pleitos siembra en todo tiempo. 15 Por eso vendrá su ruina de repente, de improviso quebrará, y no habrá remedio.
16 Hay seis cosas, y hasta siete, que el Señor (יהוה) aborrece por completo: 17 ojos altaneros, lengua mentirosa, manos que derraman sangre inocente, 18 corazón que fragua planes perversos, pies que ligeros corren hacia el mal, 19 testigo falso que profiere calumnias, y el que siembra pleitos entre los hermanos.
Amonestación contra el adulterio
20 Guarda, hijo mío, el mandato de tu padre y no desprecies la lección de tu madre.
21 Tenlos atados siempre a tu corazón, enlázalos a tu cuello;
22 en tus pasos ellos serán tu guía; cuando te acuestes, velarán por ti; conversarán contigo al despertar.
23 Porque el mandato es una lámpara y la lección una luz; camino de vida los reproches y la instrucción,
24 para librarte de la mujer perversa, de la lengua suave de la extraña.
25 No codicies su hermosura en tu corazón, no te cautive con sus párpados,
26 porque un mendrugo de pan basta a la prostituta, pero la casada va a la caza de una vida preciosa.
27 ¿Puede uno meter fuego en su regazo sin que le ardan los vestidos?
28 ¿Puede uno andar sobre las brasas sin que se le quemen los pies?
29 Así le pasa al que se llega a la mujer del prójimo: no saldrá ileso ninguno que la toque.
30 No se desprecia al ladrón cuando roba para llenar su estómago, porque tiene hambre.