Page 66 - SOFY_ La Guardiana de los Sombreros Libro intec (Julia Perellon Mancebo)
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Sofy, la Guardiana de los Sombreros: Un Viaje Encantado a través del Tiempo

              70, el fedora representaba el auge del glam rock y la moda disco que
              definía la época.
                  Julia,  asintiendo  con  aprobación,  decidió  probarse  el  fedora.
              Cuando  se  vio  en  el  reflejo  de  un  espejo  cercano,  su  rostro  se
              iluminó. "Esto es tan glam, Sofy", dijo, ajustándose el sombrero.
              Parecía  una  estrella  de  rock  de  los  años  70,  lista  para  subir  al
              escenario.
                  Compramos el fedora y decidimos dirigirnos a un club nocturno
              cercano, famoso por su auténtica atmósfera de los años 70. Al entrar,
              la música disco llenó nuestros oídos y la bola de espejos proyectaba
              luces  de  colores  por  toda  la  sala.  Los  bailarines,  algunos  con
              sombreros fedora o boinas con lentejuelas, giraban y se movían al
              ritmo de la música.
                  Julia y yo nos unimos a ellos, perdiéndonos en la música y el
              baile. A pesar de la multitud, la noche se sentía mágicamente nuestra,
              con Julia en su fedora y yo con mi sombrero floppy, bailando al ritmo
              de  "Stayin'  Alive".  Las  risas  y  la  música  llenaron  el  aire  mientras
              bailábamos sin preocupaciones, totalmente inmersas en el espíritu de
              los años 70.
                  A  medida  que  la  noche  se  volvía  madrugada,  decidimos
              terminar nuestra aventura en los años 70 con una visita a un café
              nocturno  cercano.  Aquí,  poetas  y  músicos  compartían  sus
              pensamientos y melodías con el público, otro recuerdo precioso de
              esta década llena de expresión y libertad.
                  Entramos al café, un lugar acogedor con luces tenues y mesas
              de  madera.  El  olor  del  café  recién  hecho  nos  envolvió  mientras
              buscábamos un lugar para sentarnos. Nos ubicamos en una mesa en
              la esquina, dándonos una vista perfecta del pequeño escenario donde
              un poeta estaba recitando su obra.
                  A medida que la noche avanzaba, escuchamos a varios poetas y
              músicos, cada uno aportando su propio sabor único a la atmósfera.
              Nos sorprendió la pasión y la profundidad de las palabras y melodías,
              una verdadera representación del espíritu introspectivo de los años
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