Page 100 - SANTACRUZ LIBRO
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          La premisa de Alain Centurión era separar a su hija de su gran amor,
          de cerrarle el paso, de acabar con el noviazgo, porque Alain Centu-
          rión estaba convencido que su hija contraería nupcias en los próxi-
          mos años. Pero el amor es el amor, para colmo de males, las cartas
          que enviaba Alejandra desde Nueva York eran incautadas por su
          padre, quien estaba al tanto de todo. Las cartas que Alejandra escribía
          a Euclides estaban llenas de ternura, ella le juraba amor eterno, le
          prometía retornar a la Ciudad de los Anillos y casarse en la Iglesia
          La Santa Cruz, procrear cinco hijos, construir un colosal balneario
          cerca a una de las cataratas del parque Noel Kempff Mercado y tal
          vez, si las condiciones lo permitían, ella sería candidata a alcaldesa
          por la Ciudad de los Anillos.

          Capablanca estaba al tanto de todo y nadie lo sospechaba.

          Todo lo que Alejandra aprendería sobre belleza arquitectónica en la
          Universidad Búfalo estaría al servicio de su nuevo emprendimiento.
          Alain Centurión comprendió que él estaba perdido, no podría evitar
          el matrimonio de su hija, había que buscar una forma de evitarlo. Es-
          taba algo así como obsesionado por separarlos definitivamente, todas
          las noches el padre de Alejandra salía a la terraza de su vivienda y
          se lo veía ensimismado, meditabundo, hasta entristecido, muchas
          veces daba vueltas hasta el amanecer, como planificando algo, como
          siempre fumando su pipa, buscando cómo hacer separar a su hija de
          su único amor.

          El hermetismo se apoderó de la familia Centurión-Sarmiento, nadie
          comentaba sobre la vida de Alejandra en Nueva York, mientras que
          en los informativos de la televisión se anunciaba la candidatura pre-
          sidencial del diputado de Arenal. Luego del primer intento de asesi-
          nato a Euclides, Alain Centurión no saludaba a su esposa, a sus hijos,
          ni nueras, ni nietos, su carácter teutón llegó a límites insospechados,
          todos temían que Centurión cometa una locura.
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