Page 177 - SANTACRUZ LIBRO
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La trágica noche de Santacruz                           165



            e´ lana” un vago, pero perspicaz, por eso le decían jichi, organizó a
            todas las familias para que por turno se dediquen a cazar la mayor
            cantidad de aves exóticas, “esas aves que son bonitas y que abundan
            en el “El Choré”. Les dijo que él era un científico, “mejor si me lla-
            man Mister Richardson, soy experto en el estudio de las aves” y que
            arribaba desde algún lugar de los Mares del Sur. Una choza fue aco-
            modada para alojamiento del científico, quien ocultó celosamente las
            dos maletas.

            Pastorcito Delcordero” había decidido alejarse del pecado y el delito.
            Pero el pecado rondaba la casa. Cuadrillas de hombres salían a cazar
            y regresaban con pavas, parabas, pava copete de piedra, loros, tuca-
            nes,  perdices, patos, garzas, piyos, gallito de las rocas, cotorritas,
            paraba militar, paraba frente roja y otras aves exóticas.
            Todo marchaba sobre rieles los primeros días. Mocita Socoré, una
            jovencita agraciada de 18 años que era la tentación en la vida diaria
            de “el Aguilillo”, fue un amorío fácil. “Caracortada” trabajaba duro
            ordenando las incursiones a “El Choré”, luego otros avezados luga-
            reños cruzaban el río Yapacaní y vendían las aves en las ferias de Co-
            chabamba. Era una actividad como una maquinaria de hacer dinero.
            Meses después comenzaron los problemas.

            La noticia que un científico desconocido pagaba buenos precios por
            aves exóticas llegó a la Ciudad de los Anillos. Se dijo de todo, que
            se estaba atentado contra la fauna oriental, que existían mafias dedi-
            cadas al contrabando de aves exóticas desde Santa Cruz hacia Co-
            chabamba.

            Un reportero de la TV realizó un reportaje en “El Choré” sobre la la-
            mentable situación de esa reserva forestal, mostró imágenes de cua-
            drillas que transportaban aves hasta Cochabamba. Un lugareño
            entrevistado dijo: “Quien nos manda es un científico que se hace lla-
            mar Mister Richardson, lo llamativo es su rostro, tiene una inmensa
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