Page 251 - SANTACRUZ LIBRO
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La trágica noche de Santacruz 239
27 de Noviembre, allá por los confines de la república de Bolivia.
Lejos, muy lejos. No ganaba sueldo. Pero por lo menos te invitaré
un trago de whisky por nuestro reencuentro. ¿Estás yesca? Claro, si
no tenías ni para pagar a esa mujer. Gracias que me salvaste la vida
hermano. Nada de hermano, hermano es aquella que parió a mis her-
manos. Bueno vamos y busquemos qué hacer con la plata que tienes.
Gastón Durango debe estar pensando que estoy metido en un lío y
debe estar ladrando de hambre. Vamos a buscarlo y así los tres juntos
asaltamos un banco. ¿Vamos? Vamos.
Abordaron a un taxi hasta la habitación por el barrio “Once por
Ciento” donde vivían este parcito de angelitos. Durango estaba a
punto de ladrar de hambre por falta de un cheruje. Antes de embar-
carse en el taxi, compraron pacumutos de carne, de ubre, yuca y
arroz.
-Bueno, te sigo contando mi atribulada vida –continuó relatando “el
Gigante”. Quiero decir que desde pequeño siempre estuve bajo ge-
neraciones y generaciones de miserables, me curtieron a palo. Des-
pués los conocí a ustedes dos por el extremo sur de Tarija y matamos
a un hombre, huí a la Argentina y ustedes huyeron para la ciudad de
Santa Cruz de la Sierra en un camión que transportaba contrabando.
Eso pasó hace muchos años, recuerdo que vivíamos de dictadura en
dictadura. Yo creo que hace más de 30 años”.
“Yo era una especie de esclavo. Nunca me pagaban, trabajé unos dos
años con un comerciante de mulas, otro año fui ladrillero, otro año
fui bagallero con los contrabandistas que internaban productos a Bo-
livia. Y un día me marché a rodar del mundo en busca de mi destino.
Lo bueno es que fui adquiriendo una fuerza descomunal, porque es-
cuché por ahí “las fuerzas son criadas”, fui creciendo descomunal-
mente y ahora soy un gigante y correoso. Llevé palo a diestra y
siniestra porque así es la vida, se aprovechan de tu nobleza”.