Page 58 - LIBRO SANTACRUZ
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          los nevados de la cordillera Oriental, que están muy distantes de esta
          zona. No queda ni la menor duda que estos crespúsculos provocan
          una extraña sensación de tranquilidad, felicidad eterna, de armonía,
          paz y dicha. La exuberante vegetación del Bajo Paraguá, cuando los
          últimos rayos bañan el atardecer se torna de distintos colores, parecen
          lugares inverosímiles, sitios de fantasía, e increíblemente olvidados
          por el hombre. En esos bellos parajes nació y se crio Euclides San-
          tacruz Piérola, como afirmaremos después, él era ajeno a la codicia,
          a la avaricia, a la envidia y a la perversidad. Pasaron los años e ine-
          xorablemente, este bello lugar fue decayendo, hoy casi ya no queda
          nada de aquel lugar que parecía encantado.

          El apogeo de “El Paraíso Perdido” duró unos 32 años. Años felices
          que nunca volverán, en aquellos tiempos floreció un pueblo en
          medio de la selva chiquitana, un pueblo que fue la envidia de
          todos. Muerto el candidato Euclides Santacruz Piérola, murieron
          también sus padres y se acabaron todos los emprendimientos e ilu-
          siones. La vivienda abandonada donde aún estaba el pergamino y
          la medalla de oro que se le concedió a Anastasio Santacruz desa-
          pareció; un aciago día avasalladores atacaron este sitio y no deja-
          ron piedra sobre piedra

          En los días cuando fue fundado Arenal, nada se sabía de las Farchi,
          ni del capitán Narciso Tacoó Pesoé, hasta tiempo después cuando se
          alzaron en armas en la Chiquitania.

          Fueron esos tiempos, cuando el coronel Celestino Cayupí Tosubé
          lanzó su famosa proclama en San Ignacio de Velasco, aquella vez
          dijo que la Gran Chiquitania será siempre un paraíso, nadie quemará
          ni una hoja. La proclama fue escrita en la lengua materna de Celes-
          tino Cayupí Tosubé, el chiquitano.
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