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OPINIÓN                                                   OPINIÓN




          Por Javi González ‘Viza’
          Ni los ayuntamientos, ni las Comunidades Autónomas

          pueden prohibir los festejos taurinos





          La pandemia animalista hace tiempo que se instauró en la administración  en el centro del debate, y no equiparaba la dignidad animal a la humana.
          pública, el lobby allanó el camino para penetrar en el poder a través de  Los aficionados debemos hacer frente a esta actitud caciquil, no podemos
          diversos partidos. Para el nuevo puritanismo,  no existe la posibilidad  permitir  que  continúe  esta  hecatombe.  Los propios  animalistas  están
          de libertad de pensamiento o actuación, si no eres de los suyos, eres un  matando a los animales desde su despacho. Y la afición calla, vivimos
          elemento que urge combatir con todas las armas. La Guerra Santa a la  en una sociedad acomplejada y decimos con la boca pequeña que somos
          Tauromaquia ya hace tiempo que empezó; el virus animalista es igual de  taurinos, tenemos miedo a las etiquetas  y con esta baraja juegan con
          letal que el del coronavirus.                                ventaja los animalistas. Debemos sentirnos orgullosos de ser taurinos y
          Esta policía del pensamiento nos dicta las reglas de comportamiento y nos  de defender nuestro acervo cultural. La fiesta de los toros es cultura, le
          dice qué es cultura y qué no; estos furibundos actúan desde el desprecio  pese a quien le pese.
          personal por los aficionados con insultos en redes, intimidación en los
          aledaños de una plaza de toros, descalificaciones morales y todo tipo de  Pero, ¿pueden estos animalistas prohibir los toros desde un
          improperios, hasta la irracional denegación de ayudas que se conceden  ayuntamiento o comunidad autónoma?
          a  todas las  ganaderías,  menos  a  las  de  bous al  carrer;  una  decisión  La fiesta de los toros está protegida por tres importantes leyes ordinarias
          deshumanizada y despótica que ordenó la consellera Mireia Mollà, de  estatales: La Ley 18/2013, de 12 de noviembre, para la regulación de
          Compromís. Le pudo más su ideología que su deber, que es servir. Y esta  la Tauromaquia como patrimonio cultural; la Ley 10/2015, de 26 de
          dictadura progre es un peligro para la fiesta y, por ende, para el conjunto  mayo, para la salvaguarda del Patrimonio Cultural Inmaterial, y la
          de la sociedad.                                              Ley 10/1991, de 4 de abril, de potestades administrativas relacionadas
          Antitaurinos ha habido siempre, pero los de antes se diferencian a los de  con la preparación, organización y celebración de los espectáculos
          hoy por la calidad intelectual y humana. Incluso el Papa Pío V prohibió  taurinos. Además, previo a estas leyes, la Constitución Española, en su
          los toros  en el siglo XVI  porque no le parecía bien que las personas  artículo 149.2, obliga al Estado a considerar el servicio de la cultura como
          pusieran en riesgo sus vidas; al menos, esta prohibición ponía al hombre  deber y atribución esencial. Por todo ello, las comunidades autónomas,
                                                                       no pueden llevar a cabo una medida prohibitiva bajo ningún concepto,
                                                                       tan  sólo pueden  regular  el  desarrollo  de los festejos,  por ejemplo,
                                                                       estableciendo un límite de edad o cualquier otra norma que regule, pero
                                                                       que nunca prohíba, pues es una competencia concurrente del Estado que
                                                                       responde también al cumplimiento del artículo 46 de la C. E. “Los poderes
                                                                       públicos garantizarán la conservación y promoverán el enriquecimiento
                                                                       del patrimonio histórico, cultural y artístico de los pueblos de España”.
                                                                       Los taurinos tenemos la obligación moral y ética de defender los toros,
                                                                       tenemos razones y argumentos de peso para justificar con orgullo nuestras
                                                                       tradiciones, no sólo por ser cultura y patrimonio de todos los españoles,
                                                                       también  jurídicamente.  La cultura  de un pueblo está más allá  de la
                                                                       voluntad de los mandatarios de turno y el pueblo no ha delegado en sus
                                                                       gobernantes el poder de destruir los bienes que integran su patrimonio
                                                                       cultural. La cultura no se ha de reprimir, se ha de cuidar.
                             Salida de un toro del hierro luso Palha en La Vilavella en el año 2005. | © Viza

































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