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José Paulo – La Decisíon Ideal
para ello, antes que nada, tiene que haber mucho diálogo y aline-
ación.
Lo mejor de todo es sustituir la propia voluntad por la ganancia
de hacer algo juntos, esto no garantiza el amor y la felicidad, pero
ayuda mucho, pues ambos están mirando hacia el mismo horizon-
te, aquí existe un ejercicio de gran complicidad, respeto, tolerancia
y una vía de doble mano de gratitud.
Es necesario tener en cuenta que los objetivos pueden cambiar
o fallar, pero cuando están de común acuerdo uno ayuda al otro
en el cambio o superación, pues acompañaron todo el paso a paso.
Evaluar minuciosamente los objetivos antes de comenzar una
vida matrimonial es primordial, los deseos y las expectativas deben
ser compatibles. Algunas diferencias superan la fase del noviazgo,
pero cuando una pareja se casa el compromiso es muy fuerte. Aquí
se abre la puerta de la necesidad de tener un proyecto vida en co-
mún, esto trae aparejado un proyecto de vida común y la alegría
de conquistar algo juntos.
El entendimiento mutuo de los argumentos en una pareja es
muy importante, escriba los proyectos y planes y analice cuáles
traerán más beneficios a la vida matrimonial y, a partir de allí, ca-
minen juntos para las realizaciones, uno siempre tendrá que abrir
mano de su proyecto, pero aproveche la mano abierta para darle la
mano a su pareja en pro de un proyecto común.
- La misma religión
Todos los días convivimos con personas que no pertenecen a
la misma religión, en el ámbito laboral, educativo y en grupos de
amigos, aquí prevalece el respeto. Sin embargo, cuando se trata de
casamiento, esta conciliación puede ser una complicación e inclu-
so desgastante. Vuelvo a hablar aquí del equilibro en la relación,
hablamos del mismo nivel social, educativo y de los mismos objeti-
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vos, y la misma creencia religiosa es muy importante para un buen
andamiento diario.
Pertenecer a creencias religiosas diferentes puede ser desgastan-
te, ya que un casamiento exige renuncia en muchas áreas de la vida,
y la fe no se negocia, pues es algo muy profundo. Yo, como cris-
tiano, tengo la vida como misión, creo que en mi casamiento Dios
es quien une mis propósitos con los de mi amada esposa, entonces
no tiene sentido casarse con quien no es adepto a aquello que más
veneramos. La mayoría está dispuesta a renunciar a su propia fe,
y si los valores no son los mismos, la relación no será duradera.
Aunque haya respeto por la fe del otro, la vida diaria mostrará
complicaciones, los hijos, por ejemplo, seguirán al padre o la ma-
dre, en los días de culto, reuniones o compromisos religiosos. Si
cada uno va para un lado, ¿dónde está el mismo objetivo en el pilar
principal de un hogar?
Un casamiento no puede pautarse sólo por la unión física, sino
que también debe existir esa unión espiritual, y así la vida se com-
pletará en todos los aspectos, es saludable y bello ver a una pareja
que medita, reza y va a misa unida.
- Gustar con la misma intensidad
Cuando hablo de gustar con la misma intensidad, es amar con
la misma ‘’fuerza’’, es ser correspondido de la misma manera con
la que nos dedicamos a los otros. La relación comienza desbalan-
ceada cuando uno se dedica más al otro, la mutualidad debe ser
nítida en este punto, siempre respetando las características de cada
uno. El amor y la pasión son cosas distintas y en la mayoría de las
relaciones que no perduran uno amaba y el otro era apasionado,
el amor permanece, pero la pasión es pasajera. Es común en una
ceremonia de casamiento escuchar: promete estar con a esta él/
ella, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza,
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