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El pastel me pertenece.

                Cariño, ¿no te parece?«
               Y un hipopótamo enorme
             le contestó: «Estoy conforme».
                                                              Y los cuatro, hechos un lío,
             Llegó en ese mismo instante                           vieron el lago vacío:
                   Casimiro el elefante.                          el pastel tan deseado
            «¿Tendrá dentro trufa o moca?                               no estaba por ningún lado.
               Se me hace agua la boca.
                                                               «No tengáis pena ninguna
              Seguro que está de muerte,                        que volverá con la luna.
                y como soy el más fuerte                         Poned todos atención,

                y todos me tienen miedo,                         ¡ya tengo la solución!:
              yo esta tarta me la quedo.»
                                                                Repartid –dijo Facundo-,
                 A rabazos, a zarpazos,                     que habrá para todo el mundo.
                cabezazos y trompazos,                       Pues compartiendo, además,
              quisieron, con fuerza bruta,                       se disfruta mucho más.
                  acabar con la disputa.
                                                               Con gran fiesta y alborozo
                 Facundo el rinoceronte                      comen cada noche un trozo.

                 bajó trotando del monte                          El pastel tan singular
                 a poner fin de una vez                          dura medio mes lunar.
                  a tamaña insensatez.

              «¿Os parece bien, ceporros,                       Pero ya no sienten pena,
              arreglar esto a mamporros?                     pues cuando haya luna llena
                 Ser salvajes y violentos                         en la laguna de plata,
                sólo causa sufrimientos.                       habrá otro pastel de nata.


                ¡Vaya cuatro majaderos!                                                    Carmen Gil.
               Estáis que da pena veros:
               despeinados, magullados
                y con los ojos morados.»


                Y mientras tanto el pastel
                 se lo llevó el sol con él:
                   la luz del amanecer
                   lo hizo desaparecer.
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