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Ventinove
Para cuando te embriagues de amor y polarcitas: Sí
vida mía, la legalización implica también un guayabo
asqueroso y el dolor en las rodillas, hay que aprender a
vivir con ello desde ahora. Permíteme curarte la resaca
con los cariñitos que pueda darte a cualquier distancia.
“Me besas y enloquezco de una forma inesperada, me
elevo por el cielo sin alas en la espalda, igual que a un
petirrojo al que se le ha hecho enano el mundo me
llevas de la mano a visitar el universo y termino
inmerso en la ciénaga de versos, perverso errabundo,
meditabundo, buscando la manera de expresar mis
sentimientos, plasmando en el papel la sangre invisible,
ininteligible de un cerebro acostumbrado al
escarmiento, torturado por buscar la explicación
paranormal, impalpable, incorpórea, misteriosa
inmaterial de todos los fenómenos científicos, de toda
sensación extrasensorial, de todos los fenómenos
explícitos, de toda sensación más allá de lo normal que
vaga en mi mente por causa de tus labios, de tus ojos,
de tu pelo, de tus manos, de un te quiero que amanece
cuando escucho el violonchelo, convirtiendo las nubes
en algodón de azúcar, irrumpiendo en las noches para
ir de punta a punta, cabalgando contigo sobre sueños
que persiguen la aventura de perderse por la luna y
toparnos con la tuna y que nos canten una canción de
cuna y despertar, las palabras que escupe mi garganta,
son ríos de caricias que ametrallan la vagancia y

