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La LIturgIa CoMo FIeSta
La esperanza del cristiano
Interpelación
Sólo Dios colma todos nuestros anhelos
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Podemos decir, con Benedicto XVI, que «el hombre está
Unidad 2 vivo mientras espera, mientras en su corazón está viva la
esperanza».
Las distintas esperanzas humanas, que inspiran nuestras
actividades diarias, corresponden al anhelo de felicidad
que Dios ha puesto en el corazón de las personas. Por
lo tanto, la esperanza cristiana purifica y ordena todas
nuestras acciones hacia Dios, quien colma todos nuestros
anhelos. Benedicto XVI, en la carta encíclica Spe Salvi, nos
propone tres “lugares” para el aprendizaje y el ejercicio de la
esperanza cristiana.
1) La oración
El contacto frecuente con el Señor en la oración, reaviva y
renueva nuestra esperanza porque nos acercamos con la
convicción de que Él siempre atiende nuestras súplicas y
está dispuesto a ayudarnos.
2) La rectitud del obrar y el sufrimiento
El dolor y los padecimientos, tanto físicos como internos,
son realidades propias de la vida humana. Cuando las
dificultades se aceptan con fe y esperanza encontramos
un camino de maduración y purificación, dándole sentido
al sufrimiento con realismo y sin desesperación.
3) El Juicio Final
Es la esperanza en la misericordia del Padre al fin de los
tiempos. Es encontrar la respuesta «al sufrimiento de los
siglos» y al «cinismo de los poderosos». Será cuando
Dios Padre enjugue toda lágrima y vende toda herida de
nuestros corazones, y quienes causaron el mal enfrenten
las consecuencias de sus acciones.
El Papa Francisco en su homilía del Domingo de Ramos
del 2013 dijo: «no pueden ser nunca personas tristes».
Deben rechazar el «desánimo», pues la alegría del
cristianismo no nace de «poseer tantas cosas», sino de
«haber encontrado» a Jesús. «¡No os dejéis robar la
esperanza!», repitió dos veces Francisco, subrayando
que con Jesús «nunca se está solo», ni siquiera «en los
momentos difíciles». «Tampoco cuando en el camino
de la vida se encuentran problemas y obstáculos que
parecen insuperables. ¡Y hay tantos de ellos!».
Las distintas esperanzas humanas que inspiran nuestras actividades diarias,
corresponden al anhelo de felicidad que Dios ha puesto en el corazón de las personas.