Page 162 - 6º BÁSICO
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ama y haz lo que quieraS
                                                                      La libertad del hombre, un regalo de Dios










   162         “Dios no se limita a contemplar cómo el hombre se destruye cada vez más a sí mismo
               y a la creación a través de la reacción en cadena del pecado. Nos envía a Jesucristo,
      Unidad 4  el Salvador y Redentor, que nos arranca del poder del pecado”.            (Youcat Nº 70)



                                              Lo que Dios nos dice

                                              La libertad es una capacidad regalada por Dios Padre al
                                              ser humano para que este pueda cooperar en hacer el
                                              bien. ¡Es una dignidad muy alta, que no tiene ningún otro
                                              ser en toda la creación! Es una consecuencia de haber
                                              sido creados “a su imagen y semejanza”, como dice el libro
                                              del Génesis.
                                              Sin embargo, el regalo de la libertad también tiene una
                                              exigencia: con la libertad, las personas se van acercando
                                              o alejando del Reino. Si, como hemos visto en otros
                                              encuentros, una persona no se interesa por hacer el bien a
                                              sus hermanos, especialmente los más sufrientes, entonces
                                              está mal usando su libertad. Y eso tiene consecuencias
                                              eternas, dijo Jesús.

                                              Actividad


                                              Lee estas palabras de Jesús y responde en la tabla que sigue:


               “Cuando yo, el Hijo del hombre, regrese, vendré como un rey poderoso, rodeado
               de mis ángeles, y me sentaré en mi trono. Gente de todos los países se presentará
               delante de mí, y apartaré a los malos de los buenos, como el pastor que aparta
               las cabras de las ovejas. A los buenos los pondré a mi derecha, y a los malos a mi
               izquierda.
               Entonces yo, el Rey, les diré a los buenos: “¡Mi Padre los ha bendecido! ¡Vengan,
               participen del reino que mi Padre preparó desde antes de la creación del mundo!
               Porque cuando tuve hambre, ustedes me dieron de comer; cuando tuve sed, me
               dieron de beber; cuando tuve que salir de mi país, ustedes me recibieron en su casa;
               cuando no tuve ropa, ustedes me la dieron; cuando estuve enfermo, me visitaron;
               cuando estuve en la cárcel, ustedes fueron a verme.”
               Y los buenos me preguntarán: “Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te dimos de
               comer? ¿Cuándo tuviste sed y te dimos de beber? ¿Alguna vez tuviste que salir de tu
               país y te recibimos en nuestra casa, o te vimos sin ropa y te dimos qué ponerte? No
               recordamos que hayas estado enfermo, o en la cárcel, y que te hayamos visitado.”
               Yo, el Rey, les diré: “Lo que ustedes hicieron para ayudar a una de las personas
               menos importantes de este mundo, a quienes yo considero como hermanos, es como
               si lo hubieran hecho para mí.”
               Luego les diré a los malvados: “¡Aléjense de mí! Lo único que pueden esperar de
               Dios es castigo. Váyanse al fuego que nunca se apaga, al fuego que Dios preparó
               para el diablo y sus ayudantes.
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