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mis habilidades
El regalo de los talentos
Profundicemos
Las personas no sólo somos un cuerpo ni nos dejamos guiar
54 sólo por las apariencias para juzgar o calificar a alguien.
Si así lo hiciéramos no lograríamos conocer al otro en su
Unidad 2 verdad y profundidad, sino que lo estaríamos conociendo
parcialmente. En cada uno de nosotros existe un mundo
interior que refleja nuestra identidad más profunda. Para
conocerlo es preciso realizar un camino que va desde lo
físico, pasa por lo racional, continúa con lo emocional y, por
fin, logra llegar a la interioridad espiritual. Esto último es lo
que se llama “núcleo del ser”, es decir, aquella “zona” más
íntima del ser humano que lo constituye en la persona que
es. ¿Has llegado alguna vez al núcleo de tu ser?
Actividad
1. Anota las 10 cualidades o rasgos personales que te describan en diversos ámbitos.
1) 6)
2) 7)
3) 8)
4) 9)
5) 10)
2. Selecciona las cinco que reflejan mayormente tu forma de ser y comparte tus
respuestas con cuatro compañeros, señalando el porqué has elegido esas cualidades y
preguntando al resto del grupo si realmente te definen.
3. A partir de lo conversado elige dos cualidades o rasgos para eliminar. Señala tus
razones.
4. Finalmente, te has quedado con tres cualidades o rasgos. Tal vez estas sean las
características que constituyan tu “núcleo de ser”, lo que está en tu interioridad. Con
el tiempo podrían sufrir alguna modificación; pero en este momento de tu vida, son un
regalo de Dios para que las cuides y las hagas fructificar a medida que vayas creciendo.
En la literatura del Antiguo Testamento, específicamente en
el libro del Eclesiástico, un autor recordaba al pueblo de
Israel la importancia de ser uno mismo, sin pretensiones,
auténtico y coherente con lo que se es internamente. Y
frente a los demás, no quedarse en las apariencias.
“... valórate con modestia y apréciate en tu justo valor. ¿Quién defenderá al que se daña a sí
mismo? ¿Quién estimará a quien a sí mismo se deshonra?
Por su sabiduría el humilde llevará alta la cabeza y se sentará entre los grandes.
No alabes al hombre por su belleza, ni desprecies a nadie por su aspecto. Pequeña es la
abeja entre los que vuelan, pero su producto es el más dulce.
No presumas de la ropa que llevas, ni te engrías cuando se te honra. Porque maravillosas
son las obras del Señor y, sin embargo, se ocultan a los hombres.”
Eclesiástico, 10,28 -11,4