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la madURez CRisTiana
                                                             La siembra de todos los días





                                              Interpelación



    84                                        El testimonio de fe de los cristianos en la sociedad no
                                              siempre ha sido fácil. En muchas ocasiones han debido
      Unidad 2                                sufrir persecuciones, injusticias y discriminaciones,
                                              incluso llegando a dar la vida por sus creencias.
                                              A lo largo de la historia y hasta nuestros días, se constata
                                              que los cristianos fortifican su fe en tiempos de crisis.
                                              Cuando la Iglesia sufre privaciones y persecuciones
                                              se fortalece; en cambio, cuando se siente instalada
                                              o cómoda, le cuesta más responder a su misión de
                                              servicio a los desamparados. En la medida que la Iglesia
                                              se apoya en seguridades terrenas, como el poder, las
                                              influencias y el dinero, deja de apoyarse en la fuerza del
                                              Espíritu Santo.


                                                Los cristianos que llevan una vida sencilla y de donación
                                                a los demás, especialmente lo más desposeídos,
                                                encuentran su esperanza en la fuerza y providencia del
                                                Espíritu de Dios.



                                              En los primeros tiempos del cristianismo, la fe se extendió
                                              rápidamente desde Jerusalén a todo el Imperio Romano.
                                              En un principio los cristianos no necesitaron templos, pues
                                              celebraban el culto en sus casas. Pero, al empezar las
                                              persecuciones, hubo muchos mártires, como Pedro, Pablo,
                                              Ignacio de Antioquía, Felicidad, Blandina, Perpetua, etc.
                                              Algunos cristianos se refugiaron en galerías laberínticas
                                              de cementerios subterráneos llamadas “catacumbas”. Allí
                                              celebraban los sacramentos del Bautismo y la Eucaristía.
                                              Las catacumbas más famosas son las de Roma: san
                                              Calixto, Domitila y Priscila.
                                              Actualmente, la Iglesia es perseguida en Birmania,
                                              China, Irak, Irán, Sudán y otras naciones. Allí se prohíbe
                                              a los cristianos construir templos, practicar el culto,
                                              abrir escuelas, imprimir textos de educación religiosa,
                                              manifestar públicamente su fe y, en algunos casos, se los
                                              persigue brutalmente hasta el martirio.





                                                 Las catacumbas en Roma hoy son mudos testigos de
                                                 las persecuciones sufridas por los primeros cristianos
                                                 y cristianas durante el Imperio Romano; en ellas hay
                                                 enterrados miles de “mártires” o testigos; allí hay
                                                 tumbas de Papas, obispos, sacerdotes, diáconos,
                                                 laicos y laicas.
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