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La diversidad es riqueza
                                                                                 La riqueza de la diversidad





                                              Profundicemos

                                              En una cultura existen muchas personas que con su
   138                                        diversidad enriquecen la sociedad. La Declaración
                                              Universal sobre diversidad cultural de la UNESCO dice
      Unidad 4                                que: “La diversidad se manifiesta en la originalidad y la
                                              pluralidad de las identidades que caracterizan los grupos y
                                              las sociedades que componen la humanidad”.


                                              La diversidad cultural es, por tanto,  necesaria y muy
                                              valiosa. Lo mismo ocurre en un grupo. Un ejemplo puede
                                              ser tu propio curso, pues todos se pueden parecer en
                                              algún aspecto y diferenciar en otros. Esto permite que cada
                                              uno tenga la oportunidad de desarrollarse de acuerdo a
                                              sus propias capacidades y ser aceptado por los demás.


                                              El antiguo pueblo de Israel se enorgullecía de que el Dios
                                              Creador de todo cuanto existe lo había elegido a él entre
                                              todas las demás naciones. Esto traía como consecuencia
                                              diferenciarse de los extranjeros y, a veces, rechazarlos. Sin
                                              embargo, la progresiva comprensión que hicieron sobre la
                                              antigua Alianza les permitió ir cambiando  su actitud con
                                              extranjeros e inmigrantes. Es lo que le sucedió a Rut, una
                                              extranjera viuda de un israelita, que cuidó a su suegra.
                                              Leamos un episodio de su vida:


               Rut, la moabita, dijo a Noemí: –Déjame ir a recoger espigas al campo, Noemí le
               respondió: –Ve, hija. Se marchó y fue a recoger espigas siguiendo a los segadores.
               En aquel momento llegaba el dueño del campo y saludó a los segadores: –¡Paz
               de Dios! Respondieron: –¡Dios te bendiga! Luego preguntó al capataz: –¿Quién es
               esa muchacha? El capataz respondió: –Es la nuera de Noemí. El dueño le dijo a
               Rut: –Escucha, hija. No vayas a recoger espigas a otra parte, no te vayas de aquí.
               Dejaré dicho a mis empleados que no te molesten. Rut se inclinó y le dijo: –Yo soy
               una forastera, ¿por qué te he caído en gracia y te has interesado por mí? El patrón
               respondió: –Me han contado todo lo que hiciste por tu suegra después de que murió
               tu marido: que dejaste a tus padres y tu pueblo natal y has venido a vivir con gente
               desconocida. El Señor te pague esta buena acción.
                                                                                           Rut 2, 1-12
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