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¿CóMO servir?
                                                              El bien común y personal





                                              Profundicemos


                                              Todas las personas necesitamos de otros para vivir y
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                                              crear lazos de amistad. Por eso nos ayudamos y servimos
      Unidad 4                                mutuamente, a veces poniendo la vida en riesgo en
                                              situaciones extremas, como los brigadistas forestales.
                                              Incluso hay quienes este servicio a los demás es su
                                              profesión, como los carabineros, las enfermeras, los
                                              profesores, etc. Detrás del uniforme de una profesión se
                                              encuentra el profundo deseo de servir que es silencioso,
                                              pero que a la hora de ayudar, brota desde un corazón lleno
                                              de amor.

                                              En el AT se relata la vida de una mujer valiente y decidida
                                                para ayudar a su pueblo en dificultad. En Persia,
                                                           alrededor del año 486 a.C., vivían muchos
                                                            judíos. El rey de Persia fue convencido por los
                                                              enemigos de los judíos de promulgar una ley
                                                                que decía que cualquiera podía matar a un
                                                                 judío.
                                                                  El tío de Ester, llamado Mardoqueo, le
                                                                  pidió que hablara con el rey para ver
                                                                   si estaría dispuesto a hacer algo para
                                                                   protegerles. Ester le temía al rey. Ella
                                                                   sabía que él era muy poderoso, pero
                                                                   también que lo correcto era tratar de
                                                                  ayudar a su gente, aun cuando era
                                                                  peligroso. Pidió a los judíos que oraran
                                                                 por ella. Dios la cuidó. Estaba con ella
                                                                cuando fue a hablar con el rey, y cuando
                                                                 pidió al rey que ayudara a su gente este
                                                                      lo hizo y promulgó otra ley que decía
                                                                        que los judíos podían defenderse
                                                                       contra cualquiera persona que
                                                                 intentara matarles. Dios tuvo piedad de
                                              su gente en Persia. Ayudó a Ester a ser fuerte y valiente.
                                              Dios contestó su petición de salvar a su pueblo. Esta es la
                                              oración de Ester:

                                                 “Señor, Señor, Rey omnipotente, en cuyo poder se
                                                 hallan todas las cosas, a quien nadie podrá oponerse
                                                 si quisieres salvar a Israel. Tú que has hecho el cielo y
                                                 la tierra y todas las maravillas que hay bajo los cielos,
                                                 tú eres dueño de todo y nada hay, Señor, que pueda
                                                 resistirte. Escucha mi plegaria y muéstrate propicio a
                                                 tu heredad; vuelve nuestro duelo en alegría para que
                                                 viviendo cantemos, Señor, himnos a tu gloria, y no
                                                 cierres, Señor, la boca de los que te alaban.”
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