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Soy miembro de una comunidad
Una invitación a participar
Profundicemos
Cada uno de nosotros vivimos en una sociedad,
96 compartiendo diversos espacios comunitarios tales como
la familia, el colegio y el barrio. Allí aprendemos a conocer
Unidad 3 a quien está a nuestro lado, a ponernos de acuerdo en
el cuidado del entorno y la manera cómo nos vamos a
relacionar, procurando el bien común y la participación de
todos.
Sabemos que cuando hablamos de comunidad nos
referimos a un grupo de personas que comparten una
misma cultura y un mismo modo de vivir. Para ello es
necesario ponerse de acuerdo en cómo van a relacionarse.
Entonces se organizan y todos son invitados a participar
en la creación de algunas normas de convivencia y en la
solución de los problemas o dificultades que puedan ir
apareciendo. De esa manera se genera una participación
activa de todos los integrantes de la comunidad. Cada cual
aporta con lo mejor de cada uno.
Desde siempre el hombre se ha organizado para
vivir armónicamente en comunidad. Ya en el Antiguo
Testamento, Dios se preocupa de que en la vida
comunitaria de su pueblo exista preocupación por
los demás, especialmente por los más débiles. En el
tercer libro de la Biblia, llamado Levítico, se encuentran
algunos deberes religiosos y sociales. Entre estos últimos
encontramos el siguiente:
“Cuando hagan la cosecha de sus tierras, no cosecharán hasta la última orilla del
campo. No recogerás las espigas caídas. No regresarás para cortar los racimos que
queden en tu viña ni recogerás los frutos caídos en tu huerto, sino que los dejarás
para el pobre y el extranjero. Yo soy el Señor su Dios”.
(Lev 19, 9-10)