Page 6 - Edición 750 de El Directorio
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Internacional
“No creo que sea adicto al sexo. Él es adicto al poder”: entrevista exclusiva con la ex asistente de Harvey Weinstein
él hacía. No tenía un repertorio muy original, pero era un sistema que le funcionaba: masajes y sugerencias inapropiadas, esperando que la gente que trabajaba con él, ya sabes, se desvistiera. Casi todo lo que has leído lo viví en algún mo- mento u otro.
¿Compartiste esa advertencia?
Le advertí a la gente que él tenía la costumbre de comportarse de forma inapropiada. Pero que esta- ban a salvo, porque yo siempre había estado a salvo. La verdad es que yo genuinamente nunca fui físi- camente amenazada por él. Emocio- nal y psicológicamente, constantemente. Pero nunca física- mente.
Les decía que lamentablemente él era un dolor de cabeza y que se comportaría de manera inapro- piada, pero solo le tenían que decir hasta dónde podían ir. Que si eras dura con él, no pasaría nada. Pero estaba equivocada.
¿Y llegó a su punto máximo cuando agredió sexualmente a tu colega?
Sí. Fue en el Festival de Cine de Ve- necia (Italia) e intentó violarla.
¿Qué hiciste?
Ella estaba extremadamente angus- tiada. Estaba temblando, muy an- gustiada, claramente en estado de shock. No quería que nadie supiera, estaba absolutamente aterrorizada por las consecuencias, por lo que podía suceder.
Hablé con ella y traté de calmarla durante media hora, y luego bajé di- rectamente al lugar donde Harvey estaba teniendo una reunión de ne- gocios en la terraza y le dije que tenía que venir conmigo en seguida. Que yo irrumpiera una reunión como esa era algo muy inusual. Él no me preguntó, se levantó y vino conmigo inmediatamente, porque sabía por qué estaba tan enojada y seria.
¿Entonces lo acusaste de intento de violación?
Sí, sí.
¿Y él lo negó?
Hace casi dos décadas, ZeldaPerkins, quien en aquel entonces era asis- tente de Weinstein en la división bri- tánica de Miramax Films, lo acusó de intentar violar a una colega.
Mucho antes de que Harvey Weins- tein se convirtiera en el rostro del acoso y abuso sexual a mujeres de parte de hombres poderosos, Zelda Perkins intentó llevar al famoso pro- ductor de Hollywood ante la Justicia.
Hace casi dos décadas, Perkins, quien en aquel entonces era asistente de Weinstein en la división británica de Miramax Films, lo acusó de intentar violar a una colega.
Lo confrontó por las acusaciones, hizo la denuncia ante Miramax y ter- minó firmando un acuerdo de confi- dencialidad por US$167.000.
Por 19 años, la compañía compró su silencio. Pero ya no más.
En una entrevista exclusiva con la pe- riodista Emily Maitlis del programa televisivo Newsnight de la BBC, Per- kins habló del tema por primera vez.
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Zelda Perkins: Ahora todos ven a Har- vey como esta suerte de monstruo repulsivo. Lo era y lo es, pero creo que lo interesante y lo que quizás no se haya mencionado es que también era una persona extremadamente fascinante, brillante, inteligente y es- timulante.
En ese momento (década de 1990)
estaba en la cima del juego. Él tenía todas las cartas. Todos acudían a él. Y no me refiero solo a personas den- tro de la industria del entreteni- miento, sino también a personas de la política, de las grandes empresas y la industria. Estar en ese lugar de pri- vilegio junto a alguien tan poderoso, era muy emocionante.
Pero como asistente eso no te com- pete.¿Asumiste que esas relaciones eran consensuadas, algo que parecía ser parte de ese mundo?
gulares, que a veces eran aspirantes a actrices y, a veces, actrices muy co- nocidas. Era evidente que ellas te- nían una relación personal bastante íntima con él.
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El Directorio Comercial Latino de Montreal
También era muy desagradable estar cerca suyo. Pero él era un maestro de la manipulación y su estado de ánimo cambiaba muy rápidamente. Uno nunca sabía si era su confidente o si te iba a gritar. Entonces era un am- biente con mucha adrenalina.
Sí. Supuse que eran consensuadas, pero era obvio que algunas mujeres eran reacias a reunirse con él. Cuando llamabas para tratar de con- cretar una reunión, siempre tenían excusas. Harvey entonces se enojaba y hacía amenazas, y te amenazaba a ti personalmente, diciéndote que te- nías que coordinar la reunión.
¿Cuándo notaste por primera vez que él tenía un problema con las mu- jeres?
No sé si podría afirmar que noté que él tenía un problema con las mujeres. Creo que, de nuevo, es muy difícil.
Ahora todo el mundo dice: ‘¿Por qué todos iban a su habitación de hotel?’. Pero no era tan simple. Todos iban al hotel porque ahí era donde hacía ne- gocios, pero no en el dormitorio sino en la sala de la habitación. Tenías re- presentantes y estrellas de cine im- portantes, tanto hombres como mujeres, entrando a cada hora para reuniones.
Este era su lugar de trabajo. Por lo tanto, ir a su habitación no era algo espurio y extraño.
Sin embargo, tenía muchas reunio- nes con actrices y claramente tenía novias. Ya sabes, tenía visitantes re-
Con Harvey no existía la palabra “no” y creo que ese es realmente el quid de la cuestión.
Zelda, cuando comenzaste a trabajar para él, ¿alguien te advirtió cómo era?
Tuve una advertencia. Y debo decir que esa mujer realmente salvó mi honor, porque ser advertido es muy importante, te da herramientas.
Lo único que ella me dijo fue que siempre me sentara en un sillón indi- vidual, nunca en el sofá junto a él. Y que siempre tuviera puesta una cha- queta acolchonada. Nada más. Pero en realidad fueron consejos increí- blemente importantes y buenos, por- que hizo que estuviera lista las veces que comenzó a actuar mal. También hizo que no estuviera tan asustada porque sabía que le había sucedido a otras personas.
Así que fui muy fuerte en la forma de lidiar con ello. Y él, como ya sabes, lo sintió. Él era muy persis- tente.¿Y él qué hizo?
Bueno, creo que a esta altura todo el mundo ha leído casi todo lo que
Edición 750 Del 22 al 28 de Diciembre del 2017


































































































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