Page 17 - Edicion 743 El Directorio
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Cómo saber si eres de
ahí. El año pasado, cientí- ficos de la Universidad de Princeton (EE UU) demos- traron que las neuronas situadas justo bajo los ojos, en la corteza orbitro- frontal, se ocupan del cál- culo de probabilidades. A lo que se suma que inves-
Latinoamérica
mundsson , de la Universidad No- ruega de Ciencia y Tecnología (NTNU), va aún más lejos y asegura que a estas alturas no existe base científica alguna para usar de excusa eso de que «los números no son lo mío». En un estudio con 70 estu- diantes de 10 años de edad del que se hacía eco Psychological Reports llegó a la conclusión de nadie nace siendo Calculín: lo que nos hace buenos en mates no es el talento in- nato sino la práctica. «No existe un gen matemático: se nos da bien lo que ejercitamos», afirmaban Sig- mundsson y su equipo. La única forma de ser realmente un as de los números y las cuentas es, defien- den, practicar, practicar y practicar.Que encasillarnos en letras o ciencias tiene poco sentido lo con- firmaron también Kaili Rimfeld y sus colegas del King's College de Lon- dres (Reino Unido). Analizando datos de 12.500 gemelos descubrie- ron que los genes que afectan al rendimiento académico en lengua, matemáticas, ciencia, humanidades, idiomas, informática y arte son exac- tamente los mismos. Otra frase que debería ser erradicada definitiva- mente es «el que vale, vale; y el que no, a humanidades». La sentencia suele salir de boca de los que estu- dian o han estudiado alguna rama de ciencias, claro está. Pero lo cierto es que cuenta con el aval de la so- ciedad al completo. El prejuicio de que las personas más inteligentes son las que mejor se defienden con las matemáticas y la física -las asig- naturas duras-, mientras que la len- gua, el arte y la historia son «para torpes» está fuertemente arraigado en nuestra sociedad. De ahí que,por defecto,consideremos que un inge- niero es más listo que un filósofo o un artista. Una idea que la ciencia se está encargando de desmentir. Sin ir más lejos, un ensayo con 116 estu- diantes demostró que en el pensa- miento convergente -el que busca soluciones únicas- y el pensamiento divergente -que contempla varias perspectivas y soluciones- no hay di- ferencias entre alumnos «de cien- cias» y «de letras». Al final, parece que Einstein llevaba razón cuando defendía que «los mejores científi- cos también son artistas».
ciencias o de letras
Eins- tein compaginó la física con la mú- sica y demostró que la clásica dicotomía del alumno de instituto
teria gris en la corteza prefrontal medial y el área frontopolar, mientras que en los alumnos de humanidades en- contramos una alta densidad de ma- teria blanca alrededor del hipocampo derecho, la sede de la
tigadores de la escuela de Medicina de la Universidad de Stanford (EE UU) detectaron una pequeña pobla- ción de neuronas que se activa cuando los números se escriben con cifras (5, 28, 40) y no con letras (cinco, veintiocho, cuarenta).
puede esquivarse.
¿Es la regla o la excepción? Univer- sidades de todo el mundo buscan
respuestas.
Brian May, guitarrista y compositor de la mítica banda Queen, no sólo le interesaban las estrellas del rock. El melenudo compositor de éxitos como We Will Rock You obtuvo un brillante doctorado en astrofísica e incluso publicó un artículo de inves- tigación sobre esta sesuda rama de la ciencia en la revista Nature. Poli- facético era también el científico más emblemático de todos los tiem- pos, Albert Einstein, que compagi- naba de maravilla revolucionar la física con ser un virtuoso violinista. ¿Significa eso que no somos o de le- tras o de ciencias? ¿O se trata sola- mente de dos excepciones que confirman la regla?Cuando se le pregunta al neurocientífico japonés Hikaru Takeuchi, responde con ro- tundidad: «Hay personas buenas en matemáticas y otras buenas para las humanidades y el lenguaje, eso es un hecho». Empeñado en encontrar una explicación a estas diferencias, decidió analizar la actividad cerebral de 491 estudiantes usando escáne- res de resonancia magnética funcio- nal. Y lo que encontró reforzó sus ideas. «Los estudiantes de ciencias tenían un mayor porcentaje de ma-
memoria», explica Takeuchi.No sólo eso. Además, comprobó que los es- tudiantes de ciencia tienden a siste- matizar los acontecimientos, se interesan más por lo impersonal y «comparten rasgos con las personas del espectro autista», según aclara el investigador nipón. En contraste, a quienes se inclinan por el arte les conciernen más los temas relaciona- dos con las personas y muestran ac- titudes más empáticas. Otro argumento a favor de la separación entre letras y ciencias lo ofrecieron hace poco neurólogos franceses en la revista PNAS. A grandes rasgos se habían propuesto dilucidar si existe un región cerebral especializada en entender la geometría y el álgebra. Y dieron con ella. Escáner en mano, identificaron una serie de circuitos de la corteza prefrontal, la corteza parietal y el lóbulo temporal inferior que se activan específicamente cuando los matemáticos se enfren- tan a problemas complejos. Y lo que es más interesante: esos circuitos coincidían con los que que entran en juego cuando cualquier persona no experta maneja números, resuelve sumas o ve una fórmula matemática escrita en papel. La cosa no acaba
NO SE ES MÁS INTELIGENTE POR BRILLAR EN CIENCIAS QUE POR DES- TACAR EN LETRAS
Eso sí, las células de las mates se dis- tribuyen por ambos hemisferios. Se acabó aquello de considerar que la mitad izquierda del cerebro es la ló- gica y la derecha la artística. Nin- guna habilidad está confinada a un único lado de la mollera. Tanto si componemos un bello poema como si solucionamos una ecuación, las dos mitades del cerebro sudan la gota gorda. Es más, cuanto más co- municadas y conectadas están las neuronas de ambos hemisferios, mejor se nos da resolver problemas, tal y como se podía leer en un estu- dio dado a conocer en Cerebral Cor- tex. A la vista de estos trabajos parece indiscutible que el cerebro humano está bastante comparti- mentado. Pero eso no implica que haya que encasillar a las personas cuando se sientan por primera vez en un pupitre. Las neuronas se es- pecializan, no hay duda, pero los in- dividuos pueden tocar todos los palos aprovechando la plasticidad de la mente. Como hicieron en su día Brian May y Albert Einstein. De hecho, cuando se le pregunta a Ta- keuchi por esta cuestión, reconoce que ignora si las diferencias cerebra- les que han encontrado entre alum- nos de ciencias y de letras existen antes de elegir especialidad o sur- gen como consecuencia de estudiar materias distintas. Algo que tam- poco aclaran los investigadores que descubrieron que los buenos dibu- jantes tienen más materia gris en el cerebelo anterior izquierdo y el giro frontal del cerebro. Hermundur Sig-
Edición 743 Del 3 al 8 de Noviembre del 2017
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