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luz sobre la escala del pro- grama de tortura, así como sobre la culpabilidad de altos funcionarios o el papel del FBI, uno de los grandes se- cretos de estos años.
Pero otros dudan de la legiti- midad de estas audiencias o de sus posibles impactos, dado que se realizan en una corte militar que ha sido pro- fundamente cuestionada en los últimos años.
"Hay muchas dudas sobre esta corte, pero también por los motivos detrás de estos testimonios. Hay quienes dicen que los dos fueron obligados a hablar, pero lo que vimos en esta audiencia da pocas esperanzas de que los responsables vayan a rendir cuentas", explica Hall.
"James Mitchell entró y fue claro: dijo que no se arre- pentía del programa o de la forma en la que estuvo invo- lucrado. No se disculpó, no mostró ninguna forma de arrepentimiento y reconoció en la corte que él mismo había practicado waterboar- ding (un método que hacen sentir a la persona que se ahoga) y otras técnicas de abusos", agrega.
La "guerra contra el terro- rismo"
Los ataques de septiembre de 2001 llevaron a EE.UU. a la campaña más larga y cos- tosa de su historia: la lla- mada "guerra contra el terrorismo".
Las operaciones internacio- nales, apoyadas por países aliados y la OTAN, conlleva- ron no solo a abrir frentes de batalla en varias naciones de Medio Oriente, sino también a una cacería de los princi-
pales líderes y miembros de lo que EE.UU. consideraba "organizaciones terroristas".
Desde inicios de la década del 2000, las cabezas de su- puestos miembros de Al Qaeda, el Talibán y otros grupos extremistas comen- zaron a figurar en la lista de los más buscados del mundo .
Y en ella, los presuntos res- ponsables detrás del 11-S ocuparon los primeros esca- ños.
Desde enero de 2002, co- menzaron a llegar a Guantá- namo los primeros presos y poco a poco la cárcel impro- visada en una base militar en el oriente de la isla de Cuba se llenó con algunos de los hombres más peligro- sos del mundo.
Pero no fue la única: Esta- dos Unidos comenzó a crear centros de detención secre- tos en numerosos países del mundo, donde los prisione- ros eran interrogados para obtener información sobre Al Qaeda y potenciales "ata- ques terroristas".
Según explicó con anteriori- dad a BBC Mundo Patricia Stottlemyer, abogada de Human Right First, una orga- nización internacional de de- rechos humanos, Washington los consideró desde entonces "combatien- tes enemigos ilegales" .
"Esto implica que no son considerados prisioneros de guerra, por lo que entiende que no tiene que aplicarles las convenciones internacio- nales y, por tanto, puede re- tenerlos indefinidamente sin juicio y sin derecho a una re- presentación legal", indicó.
Psicología del terror
Según Hall, fue entonces cuando Mitchell y Jessen, los dos psicólogos que ha- bían hecho carrera en las fuerzas armadas, comenza- ron a colaborar con la CIA para diseñar "técnicas de in- terrogatorio severo".
De acuerdo con la experta, ambos trabajaron como con- tratistas por meses para la agencia y establecieron una compañía privada en 2005 ( Mitchell Jessen y Asociados, con oficinas en el estado de Washington y Virginia) para proveer a la agencia con los métodos y los mecanismos para sacar información a los presos de la "guerra contra el terror".
El programa se llamó, eufe- místicamente, "interrogatorio mejorado".
"Ese programa buscaba que los interrogados proveyeran información que la CIA con- sideraba valiosa de los dete- nidos a través de severas técnicas de tortura y fueron justificados con una serie de memos que aseguraban que los efectos serían mínimos o a corto plazo", señala Hall.
Entre otras técnicas, además del ahogamiento simulado, los reos eran encerrarlos en pequeñas cajas, sometidos a condiciones soledad ex- trema, privación del sueño, manipulación de la dieta, desnudez forzada o abuso rectal.
"Todas esas técnicas, desde un punto de vista legal, son consideradas sin lugar a duda formas tortura y el pro- pio presidente Obama lo re- conocería", afirma Hall.
Mundo
Según datos de una investi- gación del Senado, la CIA pagaba a Mitchell y Jessen US$1.800 por día y la com- pañía que crearon recibió US$80 millones por sus ser- vicios hasta que se rescindió su contrato en 2009.
Esto ocurrió después de que la CIA ya había aceptado pagar un contrato de indem- nización de US$5 millones que cubría, entre otras cosas, procesamientos crimi- nales.
Según el contrato actual, la agencia está obligada a pagar gastos legales de la empresa hasta 2021.
Falta de capacidad
Según un informe del Se- nado, "ninguno de los dos psicólogos tenía experiencia dirigiendo interrogatorios, ni tampoco conocimiento espe- cífico sobre Al Qaeda, expe- riencia en la lucha contra el terrorismo o conocimientos culturales o lingüísticos rele- vantes".
Aunque en un inicio sus nombres fueron mantenidos en secreto y aparecían en los informes con los pseudó- nimos de Dr. Grayson Swi- gert y Dr. Hammon Dunbar, desde que se conoció su identidad, muchas organiza- ciones han pedido que sean llamados a testificar sobre sus acciones.
La Asociación Estadouni- dense de Psicología los ex- pulsó de sus filas y rechazó públicamente sus métodos por "violar la ética de la pro- fesión y dejar una mancha en la disciplina".
Sin embargo, ambos psicólo-
Edición 859 - Del 23 al 29 de enero del 2020
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