Page 13 - Edicion 813 El Directorio
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 considerar que su cuerpo estaba al mismo nivel que cualquier otro niño de 17 años, las cosas empeora- ron para el.
“Todas las hormonas que había estado retenidas con la medicación, se liberaron de repente y todo el mal comportamiento se acen- tuó”.
Probando las drogas
“Empecé a salir con una chica que tenía 17 años. Le dije que tenía 16 y me creyó cuando en realidad no contaba con más de 12”.
Con ella, probó una noche el LSD.
“Me tomé dos pastillas. Una dosis el doble de lo normal. A la mañana siguiente le dije a mis padres que no quería ir al colegio. Todavía estaba alucinando“.
Dado su historial de aban- dono escolar, sus padres no le creyeron y lo mandaron al colegio.
“Le conté a mis amigos a la hora del almuerzo. Por supuesto, exageré di- ciendo que había sido fan- tástico y a uno de ellos se le ocurrió que sería buena idea echárselo en la be- bida a alguien sin que se diera cuenta”.
Cuando una de sus com- pañeras empezó a sen- tirse mal, a Patrick no le quedó otra salida que con- fesar.
O sea, las cosas que haría un adolescente de 16 años, aunque él tenía 7 menos.
Cuando a la edad de 11 años los médicos decidieron retirarle el tratamiento al
También su padre
Su padre, que también pa- decía la enfermedad, ha- blaba poco de ella.
“Su infancia fue muy traumá- tica y no le gustaba hablar de ello. Cuando tenía 5 años y se despertó el deseo se- xual que correspondía con el de alguien 10 años más mayor, él podría haberme contado como manejar esa situación, pero simplemente, no podía”.
Cuando llegó a la edad de 15 años se dio cuenta de que era igual que otros niños.
Tras todas las dificultades, Patrick se dio cuenta de que podía ser uno más. De que por fin encajaba entre sus iguales.
“Olvidé a los amigos que se drogaban. Comencé a estu- diar, a hacer deporte y decidí que quería ir a la universi- dad”.
Reportaje
“Empecé a lidiar con esto igual que había hecho mi padre. No le conté a nadie mi enfermedad ni el compor- tamiento que había tenido. Me avergonzaba de mi pa- sado y no quería que nadie me juzgara”.
Sin embargo, su etapa adulta le deparó alguna sor- presa.
Pese a temer la misma reac- ción que en los vestuarios femeninos cuando tenía 4 años, ahora, cuando decidió contarle su historia a su mujer, a sus amigos o en al- guna fiesta, recibía muestras de compasión o despertaba interés, pero nadie tuvo una reacción mala o lo aver- gonzó.
“De alguna manera, contar mi historia fue reparador”.
Patrick consiguió así recon- ciliarse consigo mismo.
  ción en la pierna todas las noches. Si estaba dur- miendo en casa de un amigo, mi madre aparecía para ponérmela y se volvía a casa”.
Los problemas en la escuela empezaron pronto. Patrick a menudo se sentía “grande, peludo y con ganas de pelea“. En parte, era su forma de responder al acoso escolar.
“Fui etiquetado como el chico malo de la escuela, lo que es frustrante porque no quería ser ese niño. Nadie quiere”, recuerda.
Después de ser tachado como problemático, Patrick comenzó a comportarse como tal, a fumar cigarrillos cuando tenía 9 años y mari- huana un poco más tarde.
“Me arrestaron. Me hicie- ron salir del colegio espo- sado y me metieron en un coche de policía. Fue un punto de inflexión en mi vida”.
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 Edición 813 Del 7 al 14 de marzo del 2019
El Directorio Comercial Latino de Montreal 13
  



































































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