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En una tarde lluviosa del mes de agosto de 1943,
Guillermo pidió permiso a sus padres para salir a
navegar, era el nombre que le daba a salir con tres
barcos de papel periódico y echarlos uno por uno en
los pequeños riachuelos que formaba la fuerte lluvia.
Se puso sus zapatos viejos, tomó sus tres barcos y
volteando a ver a sus padres señalándoles los barcos:
¡Este es mi papá, este es mi mamá y este chiquito soy
yo!
Abrió la puerta, empezó a saltar entre los charcos y
uno a uno fue poniendo los barcos en el agua.
A travez de los vidrios de la vieja ventana, un poco
empañados, Doña Consuelo y su esposo Salvador
tomados de la mano, contemplaban extasiados a su
pequeño retoño.
A Guillermo, 68 años después, le darían ganas de
escribir un libro, y precisamente en este instante lo
tienes en tus manos.
