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Jesús ama hasta el extremo
A las personas que se encontraron con Jesús, este encuentro les cambió la vida. Por eso,
a medida que el mensaje de amor proclamado por Jesús se fue extendiendo, creció el nú-
mero de personas que lo seguían.
Sin embargo, las autoridades empezaron a temer la influencia de Jesús en tantos hombres
y mujeres y decidieron detenerlo, juzgarlo y ejecutarlo. Jesús se dio cuenta de que podía
morir, pero estuvo dispuesto a cumplir la misión encomendada por Dios.
En la última noche con sus discípulos, Jesús...
... les enseña a servir a los demás
Jesús se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla,
se la ciñe; luego echa agua en el recipiente y se pone a lavarles los
pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido.
[...]
Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra
vez y les dijo:
—¿Comprenden lo que he hecho con ustedes? Ustedes me llaman
el Maestro y el Señor, y dicen bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro
y el Señor, les he lavado los pies, también ustedes deben lavar los pies
unos a otros: Les he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con
ustedes, ustedes también lo hagan.
Jn 13, 4-5.12-15 Ámense unos a otros.
... les deja en herencia su mandamiento de
amor
Jesús dijo a sus discípulos:
—Ya me queda poco de estar con ustedes. Les doy un manda-
miento nuevo: que se amen unos a otros; que como yo los he
amado, así también se amen unos a otros. En esto conocerán
todos que son discípulos míos: si se aman unos a otros.
Jn 13, 33-35
... les pide que recen con Él para que Dios le Hágase tu voluntad.
dé fuerzas
Entonces Jesús fue con sus discípulos a un huerto llamado Getsema-
ní, y les dijo:
—Siéntense aquí, mientras voy allá a orar.
Y llevándose a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, empezó a sentir
tristeza y angustia. Les dijo:
—Mi alma está triste hasta la muerte; quédense aquí y velen conmigo.
Y adelantándose un poco cayó rostro en tierra y oraba así:
—Padre mío, si es posible, que pase de mí este cáliz. Pero no se haga
como yo quiero, sino que se haga tu voluntad.
Mt 26, 36-39
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