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EXPERIENCIA INICIAL Conecta T iìòI=é~ê~=íá

on casi las ocho de la mañana. David se di-
Desde la ventana del hospital se ven los tejados de la ciu-
rige a clase, muy feliz porque hoy es un día
especial: por la tarde irá con sus amigos a
reloj parece pararse, los minutos no pasan. Todavía son
comprarle el regalo de cumpleaños a Luz.
las siete menos diez.
Luz empieza a sentirse muy nerviosa y la invade un cierto
Luz es una buena amiga y mañana cumple dad donde viven. Luz se dirige a la ventana, intrigada. El
13 años. Siempre lo celebra con sus mejores amigos y desánimo, porque se acerca la hora de su cumpleaños
amigas, y le gusta apagar las velas del pastel exactamente y por primera vez no tiene a su alrededor a sus amigos
a las siete de la noche, la hora en que vino al mundo. Por de siempre. Nathaly la ayuda a darse cuenta de todo lo
eso los ha invitado a la fiesta de cumpleaños que organiza que tiene: su familia y sus amistades la
en su casa. quieren.
David entra en clase y se sienta al fondo, junto a Rubén, Finalmente llega la hora y la tristeza se transforma en una
quien le hace un gesto de complicidad. Más adelante alegría inmensa: desde diversas azoteas de la ciudad, se
están Laura, Joaquín, Esther y algunos otros, todos con dirigen hacia el cielo trece cohetes, uno por cada año que
la misma cara de satisfacción, pensando en esta tarde. cumple. Trece regueros de fuego y luz que le envían sus
Pero el sitio de Luz está vacío. Ha empezado la clase y amigos del alma para que sienta que no está sola, sino
ella no ha llegado. Todos se extrañan, porque nunca llega que la gente que la quiere está con ella.
tarde. Nathaly se dirige a Luz, todavía asombrada por lo que
A la hora del recreo se enteran: a Luz la tuvieron que in- está viendo, y le dice:
gresar anoche en el hospital y la operaron de apendicitis. —Luz, para ti. Estas son tus velas de cumpleaños.
Está bien, pero tendrá que quedarse ingresada tres días
más.
—¿Y qué hacemos ahora? —exclama Laura con cara de
desilusión.
—Sea como sea —responde Rubén—, tenemos que
comprarle el regalo y llevárselo al hospital.
—¡Pero allí no podrá hacer su fiesta ni soplar las velas a
las siete de la tarde! —dice Joaquín.
—Tengo una idea mejor —interviene Esther—. Vamos a
hacer que Luz tenga la mejor fiesta de cumpleaños que
jamás haya soñado.
Acabadas las clases, todos se reúnen de nuevo para ir a
comprar el regalo y otros detalles para la fiesta tan especial
que quieren organizar. Después, acuden al hospital para
ver a Luz.
Al día siguiente, los amigos de Luz, muy excitados, cuentan
las horas que faltan para darle la sorpresa.
Por la tarde, Luz charla animadamente con Nathaly, una
muchacha colombiana con quien comparte la habitación
del hospital y con quien congenió inmediatamente cuando
se conocieron. Nathaly perdió una pierna porque pisó una
mina antipersona en su país y, a pesar de ello, es una chica
alegre y optimista, con grandes planes de futuro.
Los amigos de Luz la visitan de nuevo y saludan cariño-
samente a Nathaly. Al salir del hospital, sincronizan sus
relojes y cada uno se dirige a la azotea de su casa.
A las siete menos cuarto, Luz recibe siete SMS, pero nin-
guno de ellos es para felicitarla; curiosamente, todos dicen
lo mismo: «Mira por la ventana a las siete en punto».

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