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Juzgar
– Pero ¿quién escribió la Biblia, profesor?, se
interesó Fabrizio.
– La Biblia tiene dos autores: Dios y el
hombre. Dios es el autor principal y el hombre
es el autor secundario.
– Pero si materialmente ha sido escrita por
hombres, me cuesta comprender que sea
Palabra de Dios, observó Andrea.
– Es palabra de Dios porque de Él viene.
Es Él quien inspira esta palabra. Y es palabra El Prólogo
del hombre, porque surge de la inteligencia y
de los dedos humanos. Dios es como el corazón y el hombre como el de Juan nos
instrumento. sitúa ante el
– Aunque sea así, ¿no es en el fondo la historia del pueblo de Israel hecho de que
y ese mensaje no vale acaso solamente para ese pueblo?, preguntó el Logos exis-
Valeria.
– Dios escogió un pueblo, el pueblo de Israel, en el cual, a través te realmente
de una larga historia, fue manifestando sus designios de Salvación, desde siempre
por medio de los acontecimientos y las obras que Él fue disponiendo. y que, des-
Pero no solamente Dios habla a un pueblo a través de su palabra; habla de siempre,
también a todos los hombres, nos habla a cada uno de nosotros, para él mismo es
comunicarnos su mensaje de amor, de vida y de Salvación personal.
– Hoy si alguien quiere escribir un libro, se siente y escribe hasta Dios. El Ver-
terminar y luego firma su nombre. ¿La Biblia se escribió así, profesor?, bo ya existía
inquirió Giuliana. antes de la
– No exactamente. Los acontecimientos que el pueblo de Israel fue creación. Por
viviendo desde sus orígenes se transmitían de padres a hijos de manera tanto, en el
oral. Los hijos los memorizaban y los narraban a su vez a sus hijos. A esto
se llama tradición oral. Más tarde estos relatos fueron interpretados a la corazón de
luz de la fe, para descubrir su verdadero sentido. Poco a poco empezaron la vida di-
a ponerse por escrito. Nació así la tradición escrita, pero los escritores vina está la
no solían firmar su nombre, por eso, la mayoría de ellos son anónimos comunión, el
para nosotros. Pasado el tiempo, alguien recopiló los diversos escritos,
las tradiciones orales y los otros documentos existentes, formando así don absoluto.
una herencia común redactada para todo el pueblo. Esta redacción se “Dios es amor”
convirtió finalmente en el libro definitivo que ahora conocemos. (1Jn. 4, 16).
continúa
“La Palabra era la luz verdadera que ilumina a
todo hombre que viene a este mundo”.
Juan 1, 1-14
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