Page 21 - Vida de San Agustín_Neat
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fuera. Desde entonces Patricio, por un lado, invirtió sus
ahorros y su trabajo para ayudar a su hijo; por otro lado, su
madre pidió ayuda a sus amistades y familiares para lograr el
mismo cometido.
En menos de un mes, el adolescente, estaba partiendo para
Cartago. En su rostro brillaba la alegría e irradiaba la
esperanza. Sentado en el coche que lo llegó a recoger, se
sentía el hombre más afortunado del planeta. Claro, le daba
cierta nostalgia dejar a sus amigos y, por supuesto, a su
mamá. Era él, quien le ayudaba en los quehaceres de su
casa, porque sus hermanos estaban pequeñitos. Era él, quien
la hacía reír y la metía en problemas con sus travesuras.
Desde el momento de su partida, le pertenecían las riendas
de su vida. El afán de grandeza, el deseo de triunfo,
apretaban intensamente cada espacio vital. Aquel momento
fue como un nuevo nacimiento; poco a poco, se alejaba del
pueblo que lo vio nacer, dejando familia, amistades y
recuerdos. Sobre todo, dejaba a su madre, que temblaba de
angustia al pensar que su amado hijo se podía perder. Esta
mujer, tan pronto vio a su hijo partir, cayó de rodillas en tierra,
rezando intensamente; tanto, como el día que lo parió. En
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