Page 10 - Revista Nuevos Aires de Bolívar (Nº 21)
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Nuevos Aires
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        Paz en el mundo (interior), por Gastón Peret


                                               La paz se alimenta de muchas maneras,
                                            se consigue y se alcanza por diversos ca-
                                            minos,  pero  todos  ellos  llevan  al  mismo
                                            horizonte.

                                               En  un  mundo  hermoso  donde  existen
                                            dolores y abandonos, es la misma paz la
                                            que queda dolorida y abandonada.

                                               Lo  bueno  es  que  depende  exclusiva-
                                            mente  de  cada  uno  de  nosotros  poder
                                            sanarla,  conservarla,  fortalecerla.  Porque
                                            primero debemos tener paz nosotros.
                                               Esos  enojos  agudos,  esas  envidias  gra-
                                            ves,  esas  palabras  lanzadas  sin  piedad,
                                            esas indiferencias tan certeras, esos fana-
                                            tismos enfermizos, y demás malas raíces
      que producen frutos de la misma calidad, provocan en uno un mal despertar, una
      mala predisposición para la vida de 24 horas que tenemos en cada día ante noso-
      tros.

         La paz da fuerza. Una fuerza inmensa, poderosa… y contagiosa.
         Si  nos  saludan  de  mala manera,  nosotros  no  debemos  responder  con  la  misma
      baja altura.
         Si alguien viene armado para la discusión, un abrazo de nuestra parte lo deja to-
      talmente desnudo de armas.
         Las palabras que sirven de caricias no se las lleva ningún viento tormentoso, todo
      lo contrario, son parte de la brisa de un buen día para el otro.
         Y nuestra sonrisa por la calle, en el trabajo, en el estudio, en el hogar, brinda ale-
      gría y paz a nuestro alrededor.

         La mayoría de nosotros busca y quiere la paz. Realmente está en nuestras manos
      solidarias, en nuestros pensamientos llenos de buena memoria, en nuestros oídos
      que sirven de descarga, en la amistad, en la hermandad, en el amor en todas sus
      formas.

         No perdamos la sensibilidad ni la fuerza que nos da sentirnos bien.
         La paz es un estado maravilloso que debemos aprender a construir, a vivir, a dis-
      frutar, a heredar y a compartir.
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